Columna de Gabriela Clivio: Sorpresas de todo tipo
Cuando en algunos meses estemos cerrando 2024, que se nos está escapando de las manos, esta semana será recordada como aquella donde finalmente comenzaron a aparecer, luego de cuatro largos años (es decir, desde 2019), algunas buenas sorpresas en el frente económico.
Si bien el 2 de abril el Banco Central (BC) adoptó una decisión de recorte de tasa de política monetaria de manera unánime en 75 puntos base para dejarla en 6,50%, en un movimiento que era ampliamente esperado por el mercado y anticipado por el Grupo de Política Monetaria, la sorpresa vino al día siguiente: el 3 de abril, en su Informe de Política Monetaria (IPoM), el instituto emisor sorprendió con un alza en su proyección de crecimiento para este año. Ahora, proyecta un crecimiento para la economía entre 2% y 3%. Dicho rango de crecimiento se ubica por sobre la cifra proyectada anteriormente de 1,25%-2,25% para el año 2024. Es cierto que esta no es espectacular si comparamos con la época en que el país crecía a una tasa promedio de 6% y se produjeron importantes mejoras en el ingreso per cápita, pero crecer al 3% es bastante mejor que el crecimiento del 1,7% de la década reciente. En el mismo informe, la presidenta del BC comentó que en los meses de enero y febrero la inflación se ubicó por sobre lo esperado y dado esto, la evolución de los precios debe seguir monitoreándose. En los hechos, junto con el ajuste al alza de las proyecciones de crecimiento, el BC también espera una mayor inflación total para este año la que se ubicaría en torno al 3,8%.
¿Por qué comento todo esto? Porque me gustaría transmitir el mensaje de que los costos de los desequilibrios no desaparecen de manera inmediata. Es cierto que los desequilibrios que presentaba la economía como consecuencia de la extrema liquidez que se vivió durante la pandemia -en gran parte como consecuencia de la irresponsabilidad de quienes impulsaron los retiros de los fondos de pensiones- se han ido resolviendo de manera paulatina pero los efectos en algunas variables se notan o nos afectan hasta el día de hoy. Me refiero en específico al dólar. La depreciación del peso es una de las consecuencias de los desbalances macro, dado que para controlar la inflación, el BC comenzó de manera temprana un agresivo proceso de alza de tasas. Este movimiento dio origen a un diferencial de tasas entre Chile y Estados Unidos que atrajo colocaciones en el país. Cuando el BC comenzó a recortar la tasa, en Estados Unidos el ciclo de baja se postergó, y el peso comenzó a depreciarse frente al dólar, a pesar de que en nuestro país la incertidumbre constitucional es considerablemente menor. No quiero decir con esto que se deban tomar las decisiones de política monetaria o económica considerando lo que hace la Reserva Federal, sino que más bien intento hacer un llamado a la responsabilidad.
Me llama la atención que un adolescente tenga que entender que cuando empieza primero medio comienza a tener importancia el tema de la nota NEM para poder decidir en un futuro cual va a ser su profesión, mientras que algunos adultos no miden el impacto o las consecuencias de sus decisiones o iniciativas de política económica. Esperamos que sigan las buenas noticias en el frente macro, por lo pronto la subejecución de la inversión pública al parecer también ha dejado de ser una sorpresa negativa y la menor TPM ha permitido una rebaja de los costos del crédito en el corto plazo.
Por Gabriela Clivio, economista y académica