Columna de Georgiana Braga-Orillard: Hacia una recuperación inclusiva y sostenible en Chile
La Encuesta Casen 2022 logró reposicionar el debate sobre el fin de la pobreza en el centro de las discusiones en Chile. Hace casi un año, desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo nos preguntábamos por qué la pobreza había dejado de ser un tema de interés público cuando nos preparábamos para el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, 17 de octubre.
Los datos de la Casen 2022 describen un relato muy interesante. El primero es que Chile ha mostrado una notable capacidad de adaptación y resiliencia ante un escenario desafiante, con situaciones sin precedentes como el estallido social, una pandemia mundial y una elevada inflación. Las medidas fiscales, los subsidios a empresas e individuos y otras estrategias desplegadas por el Estado fueron un soporte crucial para mantener los medios de vida de una parte importante de la población, en un contexto económico adverso y de alta incertidumbre.
Chile tenía las herramientas y supo utilizarlas bien para poder devolver el país al rumbo correcto. No fue así en muchos países. Un informe global del PNUD, “El costo humano de la inacción: pobreza, protección social y servicio de la deuda” afirma que 165 millones de personas cayeron en la pobreza entre 2020 y 2023 debido a que el servicio de la deuda desplazó los gastos de protección social, salud y educación.
La otra parte del relato es que hay tres factores que explican la reducción de la pobreza en país entre 2017-2022: un incremento en los subsidios monetarios, un aumento en el ingreso por concepto de alquiler imputado y una disminución en el tamaño promedio de los hogares. En la prensa hemos leído mucho sobre los dos primeros puntos, pero el último también amerita atención.
En Chile, el tamaño de los hogares ha venido disminuyendo progresivamente en el tiempo, y en el periodo 2017-2022 lo hizo en un 8,1%. Al mismo tiempo, el porcentaje de personas que residen en hogares donde la mujer es la jefa del hogar aumentó de 37% en 2017 a 49% en 2022. Esa población también aumenta su peso en situación de pobreza, que pasó de 47% en 2017 a 60% en 2022. Otra evolución por resaltar es la que han tenido los hogares monoparentales, en su gran mayoría dirigidos por una mujer, que aumentaron del 22% en el año 2000 al 34% en 2022.
Respecto a los migrantes, se observa un incremento tanto en su proporción en la población total (de 4,9% a 8,7%) como en su tasa de pobreza por ingresos (de 10,7% a 11,1%). Este grupo también experimentó un aumento en la pobreza multidimensional.
Con una mirada hacia el futuro y de incidencia de políticas públicas, este cambio demográfico en Chile requiere atención especial, ya que los grupos que continúan siendo desproporcionadamente vulnerables son los niños, niñas y adolescentes, los migrantes y las personas que habitan en espacios donde la mujer es la jefa de hogar. Por ello, se requiere abordar las barreras estructurales que limitan el acceso al trabajo digno, promover la inclusión laboral y medidas para garantizar ingresos mínimos para proteger a niños y niñas.
En conclusión, podemos decir que Chile tuvo un buen desempeño en mitigar los efectos de múltiples crisis sin precedentes. No obstante, es imperativo innovar hacia el futuro. Reactivar un crecimiento económico que sea inclusivo y sostenible y, al mismo tiempo, reducir las desigualdades de diversas maneras: eliminando las barreras estructurales que limitan el acceso al trabajo y promoviendo políticas que faciliten la inserción al empleo y el desarrollo de actividades laborales independientes y no precarias.
Además, para los hogares no dispongan de oportunidades reales de generar ingresos, es necesario fortalecer los subsidios que estén desvinculados del trabajo formal, para garantizar el bien estar de niños, niñas y adolescentes, que crezcan en condiciones dignas y con perspectiva de futuro.
La Casen 2022 nos abre esa oportunidad. Es un llamado a la acción: es el momento de unir esfuerzos, de reimaginar y construir un Chile donde todos y todas tengan las mismas oportunidades de crecer y prosperar.
Por Georgiana Braga-Orillard, Representante Residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile
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