Columna de Giorgio Jackson: Romper la inercia

Romper la inercia
Romper la inercia. Foto : Andrés Pérez


El malestar ciudadano que podemos percibir en las conversaciones cotidianas con vecinos, amigos o familiares y en las redes sociales o encuestas de opinión fueron un foco de atención del informe de desarrollo humano 2024 del PNUD.

Se mantiene una gran adhesión de las chilenas y chilenos a cambios profundos (88%), pero graduales (57%), lo que refleja las deudas pendientes en materia social. Sin embargo, dos de cada tres chilenos desconfía de las élites políticas, mandatadas a generar dichos cambios.

Visto en perspectiva, es difícil que fuera distinto, tras dos procesos constitucionales que fallaron en entregar un texto que la ciudadanía sintiera propio, durante un gobierno con los obstáculos inherentes de tener una minoría parlamentaria, y mientras recibimos —todos los días— noticias de la política como un espacio permanente y exclusivo para las trincheras.

¿Cómo romper con esta inercia?

Primero, sin ingenuidad. Las diferencias políticas existen y siempre serán parte de la democracia.

Segundo, con diálogo. Cuando este es genuino, se logran encontrar puntos de intersección que no eran obvios en el punto de partida.

Tercero, con coraje y liderazgo. Y aquí es donde quisiera detenerme.

Todos saben el domicilio político del Presidente Boric. Sus posturas sobre múltiples temas han sido manifestadas públicamente desde su época estudiantil hasta hoy como Jefe de Estado.

Es de público conocimiento que el Presidente ha tenido que reordenar las prioridades y equipos de gobierno a medida que las contingencias se han ido presentando. Algunas personas de oposición, que antes lo acusaban de “extremo”, en vez de reconocer el esfuerzo de recalibrar, comenzaron a hablar de las “volteretas”. Es decir, palos porque bogas y porque no bogas. Y a pesar de las tensiones naturales que eso pudo generar dentro del oficialismo, el Presidente Boric ha logrado no perder de vista esa dirección de progreso y justicia que lo llevó al sillón presidencial.

Un gobierno en minoría en el Congreso necesita del diálogo con la oposición para lograr sacar adelante los proyectos que les cambien la calidad de vida a las personas, diálogo que se ha ofrecido desde el comienzo.

Pero para romper esa inercia, además de reconocer las diferencias políticas y crear instancias de diálogo genuino, se requiere -como dije- coraje y liderazgo.

Se logró con el royalty, que este año ya transfirió 93 mil millones de pesos a los municipios; se hizo con la ley de pensiones de alimentos, que ya ha permitido recuperar el equivalente a más de 22 teletones para la crianza de niños y niñas; se hizo con el salario mínimo y la jornada laboral, y también con la agenda de seguridad pública, que es una de las principales preocupaciones de la población.

Ya hay protocolos sobre los tiempos de tramitación de leyes sobre impulso económico, progreso social y responsabilidad fiscal, sobre materias de seguridad y respecto a la reforma de pensiones. Es natural que la oposición se sienta tentada -o amedrentada- a seguirle el ritmo al sector más ultraconservador. Pero es precisamente ahora cuando se requiere ese liderazgo opositor con perspectiva de Estado.

Quedan 564 días de gobierno, con dos elecciones de por medio. Podemos en conjunto entregar mejores pensiones, más seguridad, mejor crecimiento y responsabilidad fiscal si damos ese salto.

Las próximas elecciones pueden tratarse de bandos responsabilizándose sobre el incumplimiento de deudas pendientes o sobre cómo, rompiendo la inercia y logrando acuerdos, exponemos visiones distintas respecto de los siguientes escalones al desarrollo. Espero que todos contribuyamos a lo segundo.

Por Giorgio Jackson, ex diputado y ex ministro de Desarrollo Social.

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