Columna de Gonzalo Cordero: Democracia a la carta

Cámara de Diputadas y Diputados


¿Cómo han estado saliendo los votos últimamente? Mal, muy cargados a la derecha. El plebiscito del cuatro de septiembre, el de la constitución plurinacional, sin Poder Judicial ni Senado, fue un desastre. Después, en la que se eligieron los miembros del Consejo, otro fracaso. ¿Y qué sabemos de los inmigrantes? ¿Cómo votarán? Eso también pinta mal, los que han llegado por acá no comprendieron la revolución de Hugo, ni la gran obra continuadora de Nicolás. Una injusticia que puede perjudicar a Irací.

Dónde se ha visto esto de que vote tanta gente. Además, amenazar a los pobres con multarlos es lo más clasista que hay. ¿Pero los pobres no votan por nosotros? Ya no, muchos se han comprado el discurso de la derecha, defienden la propiedad de sus cotizaciones, quieren tener tarjeta de crédito del retail y prefieren manejar un Uber antes que recibir la ayuda de la Muni. Cada vez hay más que quieren ser emprendedores, poner un negocio y tener a sus hijos en colegios particulares subvencionados. Uno les explica que esa educación aumenta la desigualdad, que sus hijos tienen que ir al liceo que decida la tómbola; pero no, ellos quieren decidir el colegio de sus hijos. Individualismo puro. Se les metió en la cabeza el discurso aspiracional, eso es lo que pasa.

Es que el sistema así no funciona, hay que arreglarlo, está bien que haya elecciones, pero no para que las gane la derecha. Terminemos con las multas, así eso de que votar es obligatorio queda en pura teoría. Excelente, a la gente le gustan las cosas que funcionan solamente en la teoría, como el socialismo. Y si hay mucho reclamo, colocamos una multa muy baja, de un monto irrisorio, y con un procedimiento difícil, para que sea imposible cobrarla.

¿Y qué hacemos con los inmigrantes? Esos son complicados y no los podemos echar, nosotros éramos los que queríamos fronteras abiertas y decíamos que la inmigración es un derecho. Simple, para ellos sí que votar tiene que ser voluntario, no son ciudadanos, se pueden ir cuando quieran, están en Chile voluntariamente, por qué los vamos a obligar a votar. Sí, pero nos pueden decir que tienen todos los derechos de los chilenos, que se atienden en el sistema de salud, sus hijos estudian en nuestros colegios, reciben subsidios, lo mínimo es que se comprometan con el país y que estén sujetos a las mismas reglas.

No pues, ese es el problema, también te convencieron con eso de que las reglas tienen que ser igual para todos. Tú no entiendes nada. La derecha tiene el poder económico, tiene los medios de comunicación, tiene las universidades privadas, los principales centros de estudio, no pueden pretender también ganar en las elecciones, así no funciona la cosa.

La democracia tiene que ser como los restaurantes, en que uno come lo que quiere, hay una carta y uno elige lo que quiere pedir. Para que esto funcione nosotros tenemos que elegir las reglas que nos gustan, las que nos sirvan para ganar. Y cuando ya no nos sirvan las cambiamos de nuevo. Así funciona la democracia: a la carta.

Por Gonzalo Cordero, abogado

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