Columna de Gonzalo Cordero: Marxistas del siglo XXI
Karl Marx desarrolló la teoría económica y la doctrina política más dañina de la modernidad; su fracaso estrepitoso tardó prácticamente todo el transcurso del siglo pasado en hacerse evidente, periodo en el cual trajo consigo uno de los peores totalitarismos que ha experimentado la humanidad. Millones de muertos consecuencia de las hambrunas, revoluciones, guerras y purgas, tras la promesa de un paraíso que se derrumbó estrepitosamente como un gigantesco castillo de naipes.
Pero nada de eso habría ocurrido si la teoría no hubiera sido intelectualmente sólida y no hubiera despertado el nivel de convicción -en muchos casos el fanatismo- que provocó en una gran parte de los habitantes del planeta. En América Latina, y especialmente en Chile, los seguidores de Marx promovieron la lucha de clases con su efecto disociador que nos condujo al enfrentamiento, la pobreza y la destrucción de la democracia.
El siglo XXI ha traído consigo el resurgir de una izquierda también extrema y revolucionaria, pero esencialmente diferente. El objetivo utópico de la igualdad en que todos tendrían según su necesidad ha sido reemplazado por el identitarismo que fragmenta la sociedad en infinidad de grupos que reivindican privilegios convencidos de la legitimidad de su resentimiento y de su condición de acreedores de los demás. Esta izquierda no tiene a sus Gramsci o a sus Marcuse, cuando más a “influencers” o intelectuales de la cultura woke.
Si algo no tienen es consistencia, profundidad, testimonio. ¿Dónde están los Neruda, los Volodia, los Almeyda de hoy? Lo suyo no es rabia, cuando más son rabietas; por eso, mientras la izquierda del siglo pasado se caracterizaba por su dogmatismo, esta lo hace por sus volteretas. Las escuelas de formación fueron sustituidas por el postgrado en Londres; la editorial que publicaba libros densos, por la revista de papel couché con fotos de socialité. Salazar fue desplazado por Baradit.
No hay declaración o medida adoptada por el Presidente Boric que no contradiga exacta y frontalmente lo que sostenía el diputado Boric. La última es la citación al Cosena. No hace nada que este era denunciado como un órgano contrario a la democracia, resabio de la Constitución de la dictadura, la misma a la que terminaron aferrándose.
¿Y citaron el órgano asesor que integran los comandantes en jefe para buscar solución al problema de fondo de la inseguridad, para reforzar la capacidad del Estado de enfrentar el poder de fuego del crimen organizado y el narcotráfico? No, solo para opinar de un proyecto de ley con tal nivel de regulaciones y cortapisas que, al final, poco aportará y solo expondrá a nuestras FF.AA. a más persecuciones de fiscales ideologizados.
Es que el de hoy no es el marxismo del filósofo alemán, sino el del otro Marx: Groucho. Su doctrina es: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”. Ese es el marxismo de esta izquierda.
Por eso, el otro fue una tragedia y este es apenas una triste, pobre y dolorosa comedia.
Por Gonzalo Cordero, abogado