Columna de Gonzalo Cordero: Para la izquierda
Después de ver el viernes al Presidente Boric, no pude evitar pensar en personas de izquierda a las que aprecio, algunos con los que me separan abismos intelectuales, pero en los que reconozco calidad humana, seriedad profesional y verdadera vocación pública.
Es una casualidad simbólica -”las casualidades no existen”, me habría dicho Jaime Guzmán- que esos cincuenta minutos, a ratos angustiantes, delirantes y casi todo el tiempo indignantes, ocurrieran el 18 de octubre. Exactamente cinco años después que se iniciara el proceso de violencia que condujo al gobierno liderado por los jóvenes frenteamplistas y comunistas que actualmente “habitan” La Moneda.
A esos socialistas que sufrieron los rigores derivados del colapso de nuestra democracia en el siglo pasado, a los que tuvieron que irse al exilio con sus padres y regresaron con la convicción de que en Chile podía haber un proyecto de izquierda de país desarrollado, a los que en su momento admiraron a Mitterand o vibraron con el ejemplo de Mandela, a ellos quisiera hacerles algunas preguntas:
¿Por esto abandonaron y renegaron de los treinta años? ¿Este es el gobierno por el que sepultaron la posibilidad de encarnar un proyecto socialdemócrata como el que lideró Ricardo Lagos? ¿De verdad se sienten cómodos siendo parte de esta chapucería? ¿Todavía creen que estos “cabros” son la renovación de la izquierda? ¿Siguen creyendo en su feminismo de cartón, que se agota en hablar de “todas y todes” o ponerse pañuelitos verdes?
Si el señor Monsalve cometió o no el delito que se le imputa es algo que deberá dilucidar el sistema de justicia, pero en apenas cuarenta y ocho horas quedaron expuestos de manera irrefutable, entre otros, los siguientes antecedentes: al Presidente le parece que el hecho de que el subsecretario del Interior mantuviera una relación con una funcionaria de su dependencia, vínculo totalmente impropio que concluye en una denuncia por violación, no es motivo suficiente para cesarlo de inmediato de su cargo. Necesita más antecedentes.
Para el Presidente es aceptable que el subsecretario, sin orden judicial que lo habilite, ordene a la policía revisar las imágenes grabadas en un hotel, escenas que pueden implicar al mismo subsecretario en un delito; prescindiendo, además, que con esa búsqueda se está pasando a llevar el derecho a la privacidad de otros pasajeros del hotel. Informado de esto, el gobernante no lo cesa en el cargo de inmediato, ni pone en conocimiento del Ministerio Público la eventual obstrucción a la investigación. Necesita más antecedentes.
Tampoco cree necesario aplicar la Ley Karin, ni manejar la crisis con profesionalismo en sus comunicaciones, ni tener coordinación con su comité político, ni adelantarse a que la denuncia se hiciera pública o tratar de, por lo menos, parecer con alguna consistencia con el discurso feminista.
Es imposible no preguntarles, ¿para esto se perdieron hace cinco años la oportunidad de acreditar que eran un socialismo democrático de verdad y no solo en el nombre?
Por Gonzalo Cordero, abogado
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