Columna de Gonzalo Cordero: Prioridades woke

FRONTIS CASA DE SALVADOR ALLENDE
FRONTIS CASA DE SALVADOR ALLENDE FOTO: PABLO VÁSQUEZ R.


Gobernar es priorizar. Un dirigente del Partido Comunista chino del siglo XX dijo que los pueblos no están preparados para la democracia mientras no conocen el concepto del costo de oportunidad. En realidad, ese concepto no es requisito de la libertad política, sino para defenderse del populismo y, entre los iberoamericanos, para resistir el discurso de la izquierda -castrista y chavista- que ha lastrado nuestro desarrollo. En la raíz del pensamiento mágico de la izquierda latinoamericana está ignorar el principio básico de la economía: la escasez.

Por alguna razón insondable, incluso gente inteligente piensa que la riqueza necesaria para que todos satisfagan sus necesidades fundamentales ya existe, el problema es que está mal distribuida. Creen y transmiten mitos como que la pobreza se resuelve subiendo los impuestos o las pensiones se mejoran repartiendo las cotizaciones. Hasta que llegan al gobierno. Entonces, no es que cambien de opinión, pero se ven enfrentados a la administración de un presupuesto limitado e insuficiente y tienen que priorizar. Es decir, tienen que optar.

Por supuesto, ven esto como una injusticia más de las estructuras capitalistas, porque si los ricos pagaran los impuestos que debieran el Estado no tendría que padecer estas estrecheces. Pero, en tanto llegue la revolución, enterremos el neoliberalismo y todas esas cosas, no queda más que someterse a las reglas del capitalismo materialista e insensible y asumir algunas opciones. Pocas conductas iluminan más sobre el carácter de una persona que ese ejercicio simple, básico, de quitar un poco por aquí y poner un poco más por allá.

Así se toman las decisiones que determinan la vida de las personas y de las sociedades: estudiar o divertirse, ahorrar o consumir, retirar utilidades o reinvertirlas, trabajar para la próxima elección o para la próxima generación. Estos últimos días tuvimos un ejemplo claro, conceptualmente perfecto, de las prioridades de nuestros gobernantes, de dónde sacan y dónde colocan. Es decir, de cómo gobiernan.

El presupuesto del Ministerio Público se redujo en siete mil millones de pesos y, casi al mismo tiempo, supimos que se habían destinado cerca dos mil millones para comprar las casas en que vivieron, en su momento, los ex presidentes Allende y Aylwin. La idea, se explicó, era hacer en ellas sendos museos dedicados a la memoria de ambos políticos. Esto supondría también un presupuesto permanente nada despreciable.

En el fondo, nuestros gobernantes creen que el Ministerio Público ya tiene un gran presupuesto y la delincuencia no se combate metiendo presa a la gente, ni la seguridad se alcanza con represión. Sus ideas y sus modelos pueden anteponerse a las urgencias de la gente común, que no entiende la importancia de preservar “modelos de lucha” como el de Allende, ni que la seguridad vendrá del cambio radical, porque ese es el objetivo real. No más carabineros, ni cárceles, ni jueces, ni fiscales.

Un poquito más por aquí, un poquito menos por allá. Solo prioridades.

Por Gonzalo Cordero, abogado

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.