Columna de Gonzalo Cordero: Una cuenta sin cuentos

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FOTO: DIEGO MARTIN / AGENCIAUNO.


El gas a precio justo era cuento, los discursos que descalificaban la tarifa de mercado quedaron reducidos a un papelón y su despilfarro de recursos es un agravio a tantas personas con urgencias de distinto tipo, que ven cómo se van por el desagüe más de 500 millones de pesos. Ahora dicen que era solo un “piloto”, ENAP descubrió que no tiene ventajas en la distribución, así es que se concentrará en la fase mayorista. Es fácil experimentar, aplicar la lógica del ensayo y error, cuando los yerros se cargan al dinero ajeno y no se sufren las consecuencias del experimento.

Con la promesa de que con una nueva Constitución se resolverían todos los problemas sucedió algo parecido. En la Convención se gastó bastante más que con los cilindros de gas, propusieron un proyecto delirante que más del 60 por ciento de los electores, con voto obligatorio, rechazó. Se empezó todo de nuevo y la confianza de la gente en el camino constituyente se fue al suelo, al punto que el gran ganador del siete de mayo fue el partido que no quiere -o no quería- una nueva Carta Fundamental y que, con su mayoría, se hará cargo del resto del proceso.  Parte importante de la gente ve otro cuento en la promesa constitucional, lo que obviamente es un problema grave.

La reforma tributaria se cayó por la incapacidad gubernativa de alinear los votos propios y después del numerito del gas hay que tener personalidad para pedir más recursos para la burocracia pública. Bueno, ni qué decir de la pretensión, contenida en el proyecto de reforma previsional, que el Estado se haga cargo de administrar decenas de miles de millones de dólares de ahorros de los trabajadores. Imagínese que lo hagan con la misma prolijidad con la que estudiaron el “precio justo”.

Sería razonable que el Presidente asumiera que no puede seguir por este camino, en el que va de caída en caída. Quedan tres años de gestión, hay problemas graves, la confianza de la gente en las instituciones y la democracia sigue en picada, cada día se abona más el terreno para el populismo. Esta vez los chilenos encontraron la opción del partido Republicano, pero ¿hasta cuándo? Estamos a poco de que se nos agoten las variantes institucionales; de hecho, Apruebo Dignidad en su programa y versión de campaña, que hasta hoy varios ministros impulsan, era una vía cierta al modelo de fracaso latinoamericano.

Esta semana corresponde la cuenta del Presidente de la República, no están las cosas para un discurso con fintas y giros retóricos, con reafirmaciones que suenen bien a revolucionarios y palabras de buen tono que calmen la ansiedad de moderados e inversionistas. A estas alturas, la expectativa sensata e ilusa al mismo tiempo -ese es nuestro realismo mágico- es una y clara: que el gobierno ponga los pies en la tierra. Esté en manos de la izquierda o la derecha, la administración del Estado no es lugar para experimentar y probar teorías, ni para el entusiasmo revolucionario del patio universitario.  Una cuenta en serio; por favor, dejémonos de cuentos.

Por Gonzalo Cordero, abogado

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