Columna de Gonzalo Cordero: Venezuela, tan lejos tan cerca
Si Google está en lo correcto, entre Caracas y Santiago median algo así como siete mil quinientos kilómetros, una distancia considerable. Lo lejano suele resultarnos ajeno; podríamos pensar entonces que poco nos importa a los chilenos lo que suceda este fin de semana en Venezuela, que Maduro y su caterva de chavistas son problema de otros, que la libertad puede perderse definitivamente este domingo en la tierra de Bello y, aunque sería una pena, nosotros seguiríamos viviendo igual. Pero no es así.
“Nada humano me es ajeno”, dice el proverbio latino, y nada es más humano que la libertad. Por eso, la lucha de Corina Machado, la candidatura de Edmundo González, el coraje del pueblo venezolano peleando por zafarse del yugo cruel y zafio de la dictadura que intenta someterlo por el miedo, es nuestra causa. Pero no solo por eso, sino también porque la amenaza chavista está ya a nuestras puertas, su secuela de violencia llegó a nuestras calles y barrios, y hay buenas razones para especular que los tentáculos de su represión alcanzaron al exteniente Ojeda aquí, en el corazón de nuestro país.
El proyecto político chavista también atrae a dirigentes de la izquierda chilena, los que han peregrinado a la capital venezolana, antes para rendir fidelidad al “comandante” y después para cantarle loas a Maduro. La propuesta de Constitución que el sesenta y dos por ciento de los chilenos rechazamos tenía una evidente inspiración chavista; la violencia desatada en octubre del 2019, mediante la que se intentó hacer caer el gobierno legítimo de Chile, tuvo también su sello. Asimismo lo tiene el intento de cambiar las reglas del juego electoral entre gallos y medianoche, cuyo desenlace todavía no está totalmente claro.
Mientras la mayoría de los chilenos esperamos con expectación el resultado de este domingo, con la esperanza de que la tiranía chavista será derrotada, una parte de la coalición que nos gobierna espera lo contrario. El Partido Comunista, el mismo que por estos días levanta el dedo acusador contra Javier Macaya, celebrará, sin dudas ni pudor, en el caso que la fuerza, el miedo y el fraude se impongan en Venezuela.
Venezuela no nos es ajena, la lucha por la libertad que se libra allá tendrá consecuencias concretas entre nosotros, pues la consolidación del chavismo sería un aliciente para los que aquí admiran ese proyecto, lo justifican, importan sus prácticas y anhelan replicarlo. No se trata de grupos marginales, ni de tres o cuatro excéntricos irrelevantes, el chavismo tiene apoyo entre ministros de nuestro gobierno, comenzando por su vocera, así como lo tiene en nuestro Congreso; porque el chavismo está en el ethos de Apruebo Dignidad, con una fuerza que le ha permitido arrastrar al Partido Socialista que ha sido cómplice activo o pasivo en cada uno de sus intentos desestabilizadores del sistema democrático.
Puede parecer que siete mil quinientos kilómetros son una gran distancia, que Caracas está muy lejos, pero en lo que realmente importa está cerca. Muy cerca.
Por Gonzalo Cordero, abogado
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