Columna de Gonzalo Islas: El equipo económico… un año después

DEDVI MISSENE


El cambio de gobierno en marzo del año pasado trajo una renovación completa de las principales autoridades económicas del país. También significó la llegada de una nueva generación, más joven y a excepción del ministro de Hacienda, con poca experiencia directa en el sector público. Hace un año, señalábamos en este espacio que se trataba probablemente del cambio más profundo desde el gobierno de Patricio Aylwin en 1990.

¿Cómo evaluar el desempeño de este equipo? ¿Cómo se compara con la generación que asumió tras el retorno a la democracia? Tras un año de gestión, se aprecian diferencias y queda claro que sus integrantes no provienen de un tronco común. Mientras que la mayor parte de las autoridades económicas de Aylwin habían pasado por Cieplan y era evidente la ascendencia de Alejandro Foxley sobre todo el equipo, no se observó lo mismo en el gobierno de Boric en un comienzo. Esto es evidente en el caso de la política comercial, donde en más de una oportunidad fue notoria la falta de sintonía entre el Ministerio de Hacienda y la Subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales. No obstante, el paso de los meses y el poder de las encuestas, parecen haber ido consolidando la primacía del ministro de Hacienda, lo que se refleja también en los ajustes realizados en el gabinete la semana pasada.

Otra diferencia ha estado en la tramitación de las reformas emblemáticas. En el caso del gobierno de Aylwin, las dos reformas centrales, laboral y tributaria, lograron acuerdos rápidos en el Congreso. Aylwin consiguió la aprobación de su reforma tributaria en 80 días pese a no tener mayoría en el Senado. Pero en caso del gobierno de Boric, los avances después de un año son mínimos. En el caso tributario, el reciente resultado de la votación en la Cámara de Diputados, no solo constituye el mayor traspié del área económica durante su primer año, sino que además pone en duda el que se pueda concretar una reforma relevante en los próximos años. En pensiones, no hay avances significativos, y la fórmula presentada por el Gobierno no parece concitar demasiado apoyo.

El balance del primer año en la conducción muestra algunos éxitos. El superávit fiscal es un logro relevante. Los planes de apoyo a las consecuencias de la inflación fueron correctamente focalizados y, al menos por un tiempo, se frenó la “fiebre de los retiros”. El manejo macroeconómico ha contribuido a frenar las presiones inflacionarias con expectativas de retornar el 2024 a la meta del 3%. También habría que sumar en la columna de éxitos, la incorporación de Chile al TPP11, aun cuando probablemente muchos en el gobierno no lo consideren así. Las cifras macro comienzan a mostrar mejoras, aunque está abierto el debate de cuanto se debe a la conducción y cuanto a lo que Sebastián Edwards denominó “el dividendo del rechazo”.

Un aspecto donde se esperaba una agenda más activa por parte del gobierno y que hasta ahora no se ha materializado en iniciativas de impacto es en la política industrial y de innovación: la agenda pro-inversión presentada en septiembre de 2022 no representó grandes sorpresas en comparación a las propuestas de gobiernos anteriores. En medioambiente, las noticias han estado asociadas más bien a polémicas sobre proyectos particulares que a políticas de largo plazo. En el caso del litio, hasta ahora nos hemos quedado en anuncios.

El equipo económico debió enfrentar un contexto económico difícil, ha sorprendido a algunos con su pragmatismo y en este primer año se anota éxitos relevantes en materia macroeconómica. Los desafíos de los próximos meses en el ámbito legislativo y la posibilidad de construir consensos, tanto en materia previsional como tributaria, probablemente marcarán el rumbo del resto del periodo. Si bien el contexto político, marcado por una mayor atomización, es sin duda distinto, las lecciones de 1990 son todavía relevantes: El foco del gobierno debe estar en las grandes metas de sus proyectos y no en defender cada detalle de ellos.

Por Gonzalo Islas, decano Facultad de Ingeniería y Negocios Universidad de las Américas.