Columna de Gonzalo Muñoz Abogabir y Daniel Vercelli Baladrón: Remolinos, vientos en contra, brisas a favor

Sequia sexta Region
Foto: Andres PerezEnero 2022 Sequia sexta Region, Rio, Cachapoal, agricultura, siembras, cambio climatico. Foto: Andres PerezEnero 2022 Sequia sexta Region, Rio, Cachapoal, agricultura, siembras, cambio climatico. Foto: Andres Perez


Estamos atravesando vientos en contra, corrientes descendentes y turbulencias en un planeta que enfrenta una crisis ambiental sin precedentes. Cada año, consumimos más recursos de los que la Tierra puede regenerar en ese mismo período, y algunos de los daños son irreversibles. Este año, se prevé que superemos el umbral de 1,5°C de aumento en la temperatura global en comparación con la era preindustrial. Además, en las últimas cinco décadas hemos perdido más del 70% de las poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles e insectos. Las olas de calor y las tormentas violentas se intensifican, y las consecuencias de la crisis ecológica se agravan.

El panorama político global también es preocupante. En muchos lugares, se siguen promoviendo proyectos políticos que ignoran la evidencia científica y las soluciones posibles, e incluso se refuerzan políticas que agravan la situación. Es alarmante ver cómo, ante desafíos de esta magnitud, la humanidad no reacciona con la urgencia que lo haría con desafíos similares a escala doméstica o personal.

Además, la reciente COP16 de Biodiversidad en Cali no cumplió las expectativas, especialmente en cuanto a los compromisos serios reflejados en planes nacionales y en los mecanismos de financiamiento para la protección y restauración de la naturaleza. Por otro lado, la COP29 de Cambio Climático, que se celebrará en Bakú, está rodeada de incertidumbre, principalmente debido al contexto político y económico de Azerbaiyán. Sumado a ello, no está claro lo que se puede esperar de la delegación de Estados Unidos, dados los resultados de las recientes elecciones.

Frente a este escenario, es fácil caer en la desesperanza. Sin embargo, también existen “brisas a favor” que intentan contrarrestar estos vientos en contra. En la COP16 de Biodiversidad desarrollada en Calí, a pesar de que se avanzó menos de lo esperado, se hizo evidente que la convención de biodiversidad ha crecido de manera sorprendente en los últimos años. Desde la COP15 en Montreal (2022) la convención ha logrado importantes acuerdos globales, la participación activa de actores clave y el fortalecimiento de marcos que permiten cuantificar los riesgos e impactos de la biodiversidad, como el TNFD, que busca relacionar los riesgos de la naturaleza con riesgos financieros que enfrentan las empresas. Estos marcos están inspirados en herramientas de la agenda climática, como el TCFD, el marco que traduce los riesgos climáticos en riesgos financieros, los que también han influido en exigencias como la norma de carácter general 461 de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF)

Si analizamos el contexto de la COP29 de clima en Bakú, aunque persisten dudas, también es claro que se está generando un “momentum” en torno a la COP30, que se celebrará en Belém de Pará (Brasil) en 2025. Este “momentum” está reflejado en una gobernanza especial para las tres COP entre 2023 y 2025, que está siguiendo un modelo de troika. Esto implica una colaboración más estrecha entre los países anfitriones de las tres últimas COP (Emiratos Árabes Unidos, Azerbaiyán y Brasil), lo que debería garantizar la continuidad de importantes avances, como son la transición energética, la lucha contra la deforestación y la transformación de los sistemas alimentarios y agrícolas globales.

Otro factor positivo es la creciente convergencia de las agendas de la triple crisis ambiental: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación. La integración de estas problemáticas podría generar políticas y acciones más coherentes y eficaces.

Sin embargo, la brisa más alentadora proviene del sector privado. Muchas de las soluciones que necesitamos para enfrentar estas crisis están siendo impulsadas por inversiones privadas. El sector está cada vez más consciente de que, a largo plazo, es más rentable reducir los riesgos físicos y de transición relacionados con el cambio climático, tener cadenas de suministro resilientes y cumplir con las expectativas de clientes y mercados. Las empresas que están invirtiendo en energías limpias, eficiencia energética, electrificación del transporte y resiliencia operativa no están pensando en un horizonte corto, sino en un futuro sostenible. Además, tanto los actores públicos como privados que protegen áreas terrestres y marinas lo hacen con la mirada puesta en horizontes de décadas, cuando no de siglos.

Estas “brisas” deben ser apoyadas y fortalecidas, ya que pueden convertirse en vientos poderosos que contrarresten la tormenta que actualmente enfrentamos. Si todos trabajamos juntos, podemos superar los remolinos que amenazan con desbordarse. Al final, todos estamos en el mismo barco, y quienes lideran deben reconocer que las fuerzas que provienen de una sociedad empoderada y de mercados responsables son las que impulsarán el futuro sostenible que necesitamos.

Por Gonzalo Muñoz Abogabir y Daniel Vercelli Baladrón, cofundadores de Manuia Consultora y AmbitionLoop