Columna de Gonzalo Restini: Nadie quiso escuchar
"Lo más importante, ¿no son capaces de sentir el olor a división y revancha que emana de una institución que nació bajo el título 'Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución', que nació en primer lugar, para traer sanación y reencuentro a nuestro país, para recomponer nuestra visión de lo que compartimos?"
“Si ves que algo está muy mal, no puedes simplemente voltear la cabeza” Harry Markopolos (Informante de la SEC en caso Madoff)
Los Ministros del Área Económica han salido coordinadamente a generar calma en los mercados por la Nueva Constitución. “Por lo que veo hasta el momento, en lo que se refiere a la economía, no veo riesgos” señaló el Mario Marcel desde Hacienda. Algo similar expresó el Ministro Grau, de Economía. Esto contrasta en forma brutal con las apreciaciones, conversaciones, preocupaciones y desvelos de analistas, emprendedores, empresarios, ejecutivos e inversionistas chilenos y extranjeros.
Markopolos acudió desesperadamente a la SEC por 9 años para alertar respecto a las “Red Flags” o alertas de riesgo evidentes que presentaba Madoff. Sin embargo, “No one would listen”, tal como se titula su libro. Será cierto que hay razones para preocuparse por la economía en el borrador de Constitución?
Sin dudar de sus buenas intenciones, capacidad y lealtad con el Gobierno, la única manera cierta de saber qué tanta convicción hay detrás de las declaraciones de los Ministros sería hacer pruebas ácidas. Acciones concretas. ¿Estarían dispuestos los ministros a invertir, con su propia plata, hoy mismo, en sectores que dicen sentirse amenazados o directamente estancados por las definiciones de la CC?: ¿Un desarrollo agrícola (sin claridad respecto a los derechos de agua, calificados de “incomerciables”), un edificio (sin seguridad respecto de los permisos ni a las fuentes de financiamiento), un proyecto minero (sujeto a “una regulación que considere su carácter finito, no renovable, de interés público intergeneracional y la protección ambiental”) un terreno en el sur (si no sabe si será tomado en nombre de la plurinacionalidad (concepto en desarrollo…))? ¿Estarían dispuestos a comprar a riesgo de ser expropiados a “precio justo” y a reclamar sus derechos en la justicia indígena? ¿Lo harían de verdad?
¿Estaría el ministro Marcel dispuesto a comprometerse con metas concretas de salud fiscal, digamos a ocho años plazo, si el Gobierno Central ya no controlará el gasto agregado?. Si cada región y municipalidad puede emitir deudas? ¿Si pueden crear empresas , contratar y perder plata sin preguntarle a nadie hasta que tenga que venir el gobierno central con un extinguidor a salvar lo que quede de la casa?.
¿Apostarían los ministros por una estrategia económica, ombliguista, aislacionista, que pone a Latinoamérica como prioridad en las relaciones internacionales cuando nuestros socios comerciales, los desarrollos tecnológicos y las oportunidades de bienestar están lo más lejos posible de un subcontinente asolado por el fracaso, la pobreza y el subdesarrollo?.
¿No ven las banderas rojas, un tablero prendido con todas las alarmas por un Big Bang simultáneo en todas y cada una de las instituciones en un país?
Lo más importante, ¿no sienten el paralizante olor a división que emana de una institución que nació bajo el título " Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución”, concebido, en primer lugar, para traer sanación y reencuentro, para recomponer nuestra visión de lo que compartimos? ¿No reconocen, al mirarse en el espejo o al leer sus declaraciones, cómo la CC fracasó abismal y conscientemente en ese principal objetivo?
Sólo ellos tienen la respuesta. Porque también saben que la labor de los buenos gobiernos sobre la tierra es generar las condiciones para que los ciudadanos prosperen, paguen sus impuestos y que el Estado provea bienes públicos y ayuda a los necesitados. Para eso se necesita inversión, que a su vez requiere certeza jurídica para generar confianzas y despejar la posibilidad de que arbitrariamente se pisoteen los derechos y se arruinen los proyectos. Eso es exactamente lo que está en juego. No sé cómo podrían no escuchar el ruido ensordecedor de la incerteza.