Columna de Guarequena Gutiérrez y Lionzmaria Moncayo: María somos todas

María somos todas.
María somos todas. REUTERS


El 06 de agosto María Oropeza, activista venezolana, fue detenida de manera arbitraria por fuerzas del régimen de Nicolás Maduro. María, como la mayoría de las mujeres que se enfrentan a los monstruos de las dictaduras, lo hizo con la dignidad que se necesita para hacerle frente a un sistema que aplica el terrorismo de Estado. Ella, hecha de acero, transmitió en vivo su propia detención, una acción decidida que expuso ante el mundo la persecución y represión que sufren las mujeres opositoras en Venezuela.

Este hecho es solo la punta del iceberg de una práctica que ha sido frecuente durante estos 25 años de dictadura, pero luego del 28J se ha incrementado, pero también se ha visibilizado ante el mundo. Estas persecuciones y detenciones arbitrarias de hombres y mujeres que se atreven a alzar su voz contra un régimen que ha recurrido a todos los medios posibles para silenciarlos, desde hace años ha sido denunciada y como consecuencia de esas denuncias el régimen dictatorial de Nicolás Maduro ha sido acusado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

En más de dos décadas Venezuela ha visto cómo la represión y la persecución política se han intensificado con el paso del tiempo. Las manifestaciones, protestas y cualquier expresión de oposición al régimen son reprimidas con una fuerza desproporcionada. Pero lo particularmente alarmante es el creciente enfoque del régimen en las mujeres, quienes están siendo cada vez más blanco de estas tácticas brutales. En este contexto, el caso de María Oropeza no es un incidente aislado, sino parte de un patrón más amplio de represión. El que le da la vuelta al mundo porque entendió el valor y la relevancia que daría su trasmisión en vivo.

A pesar de las amenazas y los riesgos, los venezolanos deciden no callar. El día de su detención, Oropeza se encontraba ejerciendo su derecho a la libertad de expresión cuando fue interceptada por agentes del régimen. Rompieron la reja de su vivienda, pero no así su valentía y determinación. En lugar de sucumbir al miedo, María encendió su teléfono y comenzó a grabar. Su video, que se difundió rápidamente en las redes sociales, muestra cómo fue abordada y llevada por los esbirros del dictador. Su valentía al documentar su propia captura ha convertido su caso en un símbolo de resistencia, pero también en una dolorosa evidencia de las tácticas intimidatorias que ha instaurado el régimen en nuestro país, para mantener el control y sembrar el miedo entre la población.

¡Grande María! ¡Grandes las Marías! Grandes las mujeres del mundo que dicen presente en las horas más oscuras, dolorosas, y también las horas más importantes de la Nación.

Hay una luz de esperanza, a pesar de la gravedad de la situación. Las organizaciones de derechos humanos, tanto dentro como fuera de Venezuela, han documentado y denunciado estos abusos, trabajando incansablemente para presionar al régimen y buscar la liberación del país del yugo opresor. Estas organizaciones, junto al respaldo de la comunidad internacional, son cruciales para mantener la lucha por la justicia y los derechos humanos en Venezuela.

Es imperativo que el resto de la comunidad internacional que aún no se ha pronunciado al respecto, no permanezca indiferente ante estos hechos. Las detenciones arbitrarias de ciudadanos venezolanos son una clara violación de los derechos humanos y no deben ser toleradas. La denuncia y la presión internacional son esenciales para frenar estas prácticas y exigir la liberación de quienes han sido detenidas injustamente.

Dentro y fuera de Venezuela, es vital que los ciudadanos sigan uniéndose en las denuncias de estas injusticias. Ya superamos las divisiones políticas. La, la lucha por la libertad y la justicia es nuestra causa en común, donde hombres y mujeres, jóvenes y adultos, levantamos nuestras voces contra la opresión.

¡La voz de las mujeres es fuerte y resonante! Miles de ellas fueron testigos/apoderadas de mesa electorales el 28 de julio, su trabajo vale oro y determinante para rescatar la democracia. Nadie está a salvo, especialmente las mujeres. Maduro y compañía buscan algo que no consiguen, desarticular la oposición, desmoralizar a la sociedad civil. Pero los venezolanos no callan, no se detienen, la lucha es ¡HASTA EL FINAL! Y hasta la restitución de la democracia.

Este es un llamado a la resistencia de las mujeres en el mundo, de manera trasversal. Esta es una oportunidad de unir las voces de aquellas mujeres que por años han impulsado el feminismo y su verdadero valor. Sigamos alzando nuestra voz, continuemos la lucha por rescatar un país donde la libertad, la justicia y los derechos humanos sean una realidad para todos. Como mujeres nos unimos para exigir el cese a las persecuciones, las detenciones arbitrarias, las amenazas y las las torturas. Que nuestras acciones muestren de qué estamos hechas, es momento de unificar fuerzas y demostrar nuestra verdadera sororidad.

Las mujeres venezolanas, como María Oropeza, seguiremos alzando nuestras voces, y mientras hagamos, estará más cerca la libertad de Venezuela.

Por Guarequena Gutiérrez, académica de la Universidad del Alba; Lionzmaria Moncayo, exiliada política en Chile; Lisbeth Nava, Coordinadora Alianza Bravo Pueblo; Mary Montesinos, Directora ONG Tepuy y Mujeres Emprendedoras de Chile, y Yessenia Santaella, exiliada política en Chile.

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