Columna de Guillaume Long y Carlos Ominami: La nueva integración sudamericana
Al asumir la Presidencia, Lula afirmó “nuestro protagonismo se materializará a través de la reanudación de la integración sudamericana”. Por su parte, el Presidente Boric reafirmó en su primera reunión con Lula la importancia de la rearticulación de América del Sur. Hace pocos días, tanto Lula como su canciller insistieron en la necesidad de “reorganizar la Unasur”, y el Presidente Fernández acaba de anunciar derechamente el reingreso de Argentina a esa instancia.
Con anterioridad, el pasado 14 de noviembre, siete expresidentes sudamericanos, incluyendo Bachelet y Lagos, exhortaron a los presidentes de la región a relanzar la Unasur. En su carta, señalaron que “es la mejor plataforma para reconstituir un espacio de integración en América del Sur”, insistiendo en la necesidad de corregir las “deficiencias del proceso anterior”, “garantizar el pluralismo”, “sustituir la regla del consenso” e incluir nuevos actores como sindicatos, empresas, universidades y centros de investigación.
América del Sur siempre padeció de una falta de integración política entre sus dos principales subsistemas: los ejes Atlántico y Pacífico. Unasur nació para corregir este vacío. El Tratado constitutivo de 2008 sembró las bases para una integración multidimensional, cubriendo todas las aristas de las relaciones entre los Estados. Solo la Unión Europea tiene un marco de gobernanza tan amplio.
Unasur estaba comenzando a consolidar sus consejos sectoriales en materia de infraestructura, conectividad, salud, defensa y otros cuando fue paralizada. Prosur, la instancia por la que se buscó sustituirla, es un conjunto vacío.
Para Chile, el espacio sudamericano es estratégico. Al no integrar ni Mercosur ni la Comunidad Andina, Chile no pertenece a ningún espacio de integración de la región. A nivel latinoamericano e interamericano, ni la Celac ni la OEA constituyen espacios que impliquen proyectos de desarrollo común. La Alianza del Pacífico que agrupa a solo cuatro países es un espacio limitado a la esfera comercial. Chile no comparte ningún espacio de integración con Brasil, el país con la población y el mercado más grande de la región.
¿Celac o Unasur? Es una falsa dicotomía. Como única expresión del sur global del hemisferio occidental sin exclusiones, la Celac está llamada a jugar un rol importante en la nueva geopolítica mundial. Pero, contrariamente a la Unasur, los intereses de sus miembros son menos convergentes y no goza de un tratado, lo que limita su capacidad de construcción de gobernanza. Mientras la Celac puede jugar un rol de proyección de América Latina y el Caribe hacía afuera, Unasur debe profundizar la convergencia regional sudamericana y privilegiar la integración hacia dentro por sobre las afinidades ideológicas de los gobiernos de turno.
Por Guillaume Long, ex canciller de Ecuador, y Carlos Ominami, economista