Columna de Guillermo Larraín: ¿Basta la PGU?

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Se ha argumentado que el hecho que hoy exista la PGU termina con la necesidad de incorporar un sistema de seguridad social al sistema de pensiones. Esta opinión podría ser razonable si uno pensara que el objetivo de un sistema de pensiones es exclusivamente proteger a las personas de la pobreza en la vejez. El problema es que internacionalmente está aceptado que hay un segundo objetivo: mantener la calidad de vida después de la jubilación. La forma de medir eso es a través de la tasa de reemplazo.

La PGU cumple un rol fundamental en la reducción y eventual eliminación de la pobreza en la vejez. Nadie desconoce este rol fundamental. El problema es que el sistema no protege el nivel de consumo de todos los ciudadanos de igual manera.

La Superintendencia de Pensiones publicó un informe que estima la tasa de reemplazo del primer y segundo quintil en 172% y 80% del salario del último año en actividad. Son buenas tasas de reemplazo para estándares internacionales. El problema comienza más arriba en la distribución del ingreso, desde el 6º decil en adelante. Por ejemplo, el 9º tiene una tasa de reemplazo cercana al 35%. ¿Cómo subir la tasa de reemplazo de estos deciles sin incrementar aún más la de los deciles inferiores? Si aumentamos la PGU, digamos, para duplicar la del 9º decil, el costo fiscal sería enorme y además subiría aún más la tasa de reemplazo de los primeros dos quintiles.

Hoy una persona del primer quintil gana más retirado que activo. El incentivo a cotizar es nulo. Un incremento en la PGU para mejorar la situación de los quintiles más altos generaría un mayor desincentivo a la participación en los quintiles bajos. El sistema de pensiones requiere que todos participen, una PGU tan alta no solo tiene un costo fiscal insostenible, sino que además genera incentivos perversos.

¿Qué hacer? La solución es la introducción de un sistema con solidaridad contributiva: la persona solo tiene derecho a la solidaridad de toda la masa de afiliados en la medida proporcional a lo que contribuya a esa misma masa. El incentivo para participar es muy grande. La propuesta del gobierno va en este sentido.

La PGU es importante, pero insuficiente para estabilizar y perfeccionar el sistema de pensiones chileno. Dos aspectos adicionales. Un nuevo componente de solidaridad contributiva dispondría de recursos garantizados para pensiones porque son cotización y no impuesto. Esto quita presión al Fisco. Sus parámetros además se puedan cambiar en la medida de las necesidades.

Hoy el problema es la generación que entró al mercado del trabajo en la gran crisis de 1982-87 y tiene una laguna previsional significativa que disminuye sus pensiones. Grandes crisis pueden volver a ocurrir. Necesitamos que el sistema esté preparado para responder adecuadamente. Necesitamos más instrumentos que la PGU.

Por Guillermo Larraín, académico, FEN U. de Chile

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