Columna de Héctor Soto: La veda y las dudas

Debate presidencial ARCHI 2021
FOTO: KARIN POZO/AGENCIAUNO


La norma que impide difundir encuestas en los 15 días anteriores a una elección o plebiscito es anacrónica y pacata. Anacrónica, porque ya tiene varios años y en estas materias tanto los sondeos como los ductos de la información han evolucionado bastante más rápido que los remilgos asociados a eventuales campañas de desinformación con datos falsos para manipular el comportamiento ciudadano. Y es pacata, porque subestima la capacidad de los medios y de los electores para distinguir entre sondeos serios y sondeos manipulados. Después de todo, este, el de las encuestas, es un mercado donde operan empresas que son serias o que aspiran a serlo y es una actividad en la cual insumos como la confianza, el rigor metodológico y la capacidad de proyectar anticipadamente resultados son factores fundamentales y dirimentes.

Si bien hace ya una semana las campañas electorales marchan a ciegas (al menos en la percepción ciudadana, puesto que nada impide que las encuestas se sigan haciendo por encargo de candidatos o partidos, solo que no se pueden difundir), hay que reconocer que la prohibición agrega solo un pelo de la cola al nivel de incertidumbre con que el país empieza a aguardar las elecciones del próximo domingo.

Todo, absolutamente todo, está en duda. Lo primero, bueno, si las encuestas que vimos hasta el inicio de la veda terminarán acertando o no. ¿Será cierto que Kast finalmente se logró distanciar con holgura del resto? ¿Es verdad que Gabriel Boric, que era quien había liderado los sondeos, se estancó en un momento e incluso comenzó a caer? Si así fuera, ¿qué explicaría su regresión, siendo que no siguió cometiendo errores importantes y que el programa original del candidato no era tan distinto del que terminó acordando con los socios comunistas de su coalición? ¿Cuánto lo favoreció o lo perjudicó el obsceno espectáculo de la Cámara de Diputados de esta semana, a raíz de la acusación constitucional contra el Presidente de la República, que en cierto modo anticipó lo que podría ser su gobierno?

Está en duda, obviamente, también el orden de llegada el próximo domingo. Para la segunda vuelta lo único que importa, por supuesto, son los dos primeros lugares. De acuerdo. Pero no es lo mismo ser tercero que cuarto o quinto. El dato es importante para el futuro de las coaliciones.

La madre de todas las dudas, sin embargo, es si en las próximas semanas habrá vida para la derecha o centroderecha después del desastre que significó la elección de los convencionales de mediados de mayo pasado. Nadie diría que desde entonces el escenario político cambió radicalmente. Pero como en el intertanto comenzó a funcionar la Convención, que se ha permitido cuanto desafuero se le ha pasado por la cabeza a la izquierda radical, y como el relajo de las restricciones sanitarias abrió la posibilidad de reanudar las jornadas de protesta y violencia que estaban rezagadas, hasta culminar en la macabra conmemoración del segundo aniversario del estallido, al parecer algo bastante más profundo que una simple “quitada de piso” al desorden podría haber ocurrido en los últimos seis meses. La ventaja que habría capitalizado José Antonio Kast en los sondeos iría ciertamente por ese lado. Pero, ¿qué tan persistente podría ser esta eventual demanda por normalidad y orden? ¿Somos una sociedad tan inmadura y disociada que cada seis meses está dispuesta a girar el timón en sentido inverso al de su último veredicto? Bueno, cuesta creerlo, porque alguna vez nos dijeron que éramos la Suiza de América Latina. Puntualidad horaria, cabeza fría y apego al orden. Pero, en una de esas, mistificaciones y estupideces aparte, como alguna vez lo reconoció el propio Salvador Allende, quizás lo nuestro sea ir de tumbo en tumbo.

De momento, no hay imaginación en la que quepa la viabilidad del Chile actual con un gobierno de Kast. Tampoco es que Boric la tendría muy fácil, incluso dejando al margen la parte económica, que parece ser la menos trabajada de su programa. Pero como es muy probable que uno de los dos llegue a La Moneda, el escenario de segunda vuelta tendrá que adaptarse lo suficiente -sí o sí- para que la nueva administración toque tierra en un aterrizaje civilizado y no con un golpe de tal magnitud contra la pista que destroce el avión.

Ese escenario de segunda vuelta es el que todavía no se ve por ningún lado. Lo único que curiosamente comenzó a dejarse ver son los reconocimientos tardíos de varios analistas vinculados a un sector de la izquierda moderada. Sí, deberíamos haber tomado más en serio el tema de la violencia. Sí, parece que la marejada del estallido entró en la fase de resaca y fue un error no reconocerlo. Sí, podría ser que las metralletas y los escuadrones encapuchados de La Araucanía llegaron demasiado lejos. En fin, parece que algo raro y traumático nos pasa con el orden.

Lo más probable que ya sea tarde para formular las preguntas. Y más tarde aún para responderlas. Entre otras cosas. porque la mayor parte del electorado ya tiene la respuesta. El próximo domingo se sabrá.

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