Columna de Hermann González: Crecimiento económico, no perdamos el foco
Una golondrina no hace verano y el Imacec de diciembre no debe hacernos perder el foco.
El crecimiento del Imacec de diciembre sorprendió a todos. El consenso de mercado proyectaba un aumento interanual de 2,7% y los más optimistas se animaron a proyectar hasta 4,5%. El Banco Central tampoco lo predijo. El gobierno celebró el número, y con razón, porque es una buena noticia para el país, qué duda cabe, y qué bueno que ahora se valore el crecimiento.
Un análisis más detallado de la cifra muestra, por el lado positivo, que la economía creció mes contra mes no solo en diciembre, sino que en los últimos tres meses del año pasado. Los sectores no mineros se expandieron a un ritmo promedio mensual de 0,4% durante el cuarto trimestre, compatible con un crecimiento anualizado en torno a 5%. No es solo un dato puntual.
Otros factores obligan a mirar con cautela la cifra. En primer lugar, el mes tuvo dos días hábiles más que igual mes del año anterior. La serie que limpia ese efecto creció 4,3% en doce meses y solo 2,8% para los sectores no mineros. En segundo lugar, existió una contribución poco habitual del sector agrícola impulsada por la producción de cerezas. Este fenómeno es de naturaleza puramente estacional. Tercero, pese a lo positivo del último dato, el desempeño preliminar del año termina siendo modesto. Los sectores no mineros crecieron apenas 2% el año pasado, muy cerca del potencial y después de un crecimiento cercano a cero el año anterior. Nada espectacular. Por el lado de la demanda, el crecimiento del componente privado durante al año fue débil y lo más probable es que la inversión haya completado un segundo año consecutivo de caída.
Una pregunta que surge a partir del último Imacec es cómo impactará al crecimiento de 2025. Es posible que los primeros meses sigan teniendo la influencia positiva de los sectores de recursos naturales y que ello sea incorporado en las estimaciones; pero más allá de ello, la principal ancla para la proyección del año es el crecimiento potencial, en torno a 2%.
Sin embargo, dos variables que serán claves este año son, por un lado, el escenario internacional y, por otro, la elección presidencial. Lo que sabemos en este momento es que este año el mundo crecerá en torno a 3%, pero que los riesgos están sesgados a la baja. La conjunción de riesgos vinculados con la política comercial de las grandes potencias, los riesgos geopolíticos, la persistencia inflacionaria en EE.UU. y una economía china que muestra persistentes señales de debilidad, son factores que podrían llevar a un impulso externo menor de lo previsto para nuestra economía.
En Chile, el cambio en el ciclo político puede dar un impulso positivo a la economía, tal como ocurrió desde fines de 2017 y hasta 2018, cuando el PIB creció 4%. Las expectativas económicas ya empezaron a mejorar y esta tendencia podría continuar si se instala la idea de un nuevo ciclo en el que se priorizarán las medidas necesarias para impulsar la capacidad de crecimiento de largo plazo de la economía. Estas medidas incluyen fuertes y decididos estímulos para impulsar la inversión e iniciativas que permitan recuperar el crecimiento de la productividad estancada hace más de una década.
Una golondrina no hace verano y el Imacec de diciembre no debe hacernos perder el foco. Un primer objetivo debería ser no crecer menos que el mundo en 2025 y luego trabajar duro para sostener tasas de crecimiento superiores en el tiempo. Las condiciones están dadas y es de esperar que no desaprovechemos la oportunidad.
Por Hermann González, Clapes UC
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