Columna de Hermann González: Una oportunidad para reimpulsar el crecimiento

Economía registra sorpresiva contracción en agosto arrastrada por sector servicios
Una oportunidad para reimpulsar el crecimiento.


Las proyecciones de crecimiento para este año no son alentadoras. De acuerdo con la visión del consenso del mercado y de organismos internacionales, la economía chilena se expandirá nuevamente en torno a su potencial, es decir, cerca de 2%. Si algo se puede destacar del escenario macroeconómico previsto para 2025 es, por un lado, que se espera que la inversión vuelva a crecer impulsada por el sector minero y, por otro lado, que se proyecta que la inflación baje en el segundo semestre del año, lo que daría espacios para nuevos recortes de tasas de interés.

En el contexto internacional, el mundo crecerá menos que en 2024, con una desaceleración moderada en EE. UU. y China, nuestros principales socios comerciales. Ese es el escenario base, pero el balance de riesgos está marcadamente sesgado a la baja. En efecto, un aumento de las tensiones geopolíticas, los eventuales cambios en la política comercial que impulse el gobierno de EE.UU., la posibilidad de una mayor persistencia inflacionaria y de un ajuste mayor de la economía china, podrían llevar a resultados menos favorables para la economía global.

En el ámbito interno, si la inflación fluctúa en torno a 5% el primer semestre como proyecta el Banco Central es difícil esperar nuevos recortes de tasas de interés en los primeros meses de este año. Y en el segundo semestre, los recortes de tasas serán sólo dos o tres en el escenario base. Gran parte de la tarea en materia de política monetaria está hecha. Por otro lado, en el ámbito fiscal se requiere avanzar en un proceso de consolidación, lo que significa que, si el gobierno quiere cumplir las metas, debe mantener un crecimiento del gasto público que sea compatible con el crecimiento de los ingresos estructurales y el cumplimiento de los objetivos de balance y deuda. Una de las mayores contribuciones que puede hacer la política fiscal para enfrentar los riesgos externos, es fortalecer su posición, lo que implica cerrar el déficit, estabilizar la deuda bajo el nivel prudente y recomponer los ahorros.

Otra particularidad de este año es que tendremos elecciones presidenciales, lo que seguramente incidirá en el tono de la discusión y en la posibilidad de avance de reformas y proyectos de ley que se prioricen. Pero mirando el vaso medio lleno, un año electoral también abre oportunidades. Después de cuatro años, los gobiernos se desgastan y la sola expectativa de un cambio, especialmente cuando los resultados económicos no han sido buenos, puede mejorar el ánimo de los agentes. Esta mejora en las expectativas es más sólida cuanto más se vislumbra que el cambio será mejor para el país en términos de los equipos que podrían llegar al gobierno y del programa que se busca implementar. Algo de esto lo vimos a fines de 2017 y durante la primera parte de 2018.

Con todo, la ventana que tendrá el próximo gobierno es corta y no se debe confundir una eventual recuperación transitoria asociada al mejor ambiente generado por el cambio de gobierno, con la necesidad de cambios estructurales que tiene el país. Por el contrario, se debe aprovechar ese buen momento para impulsar con fuerza los cambios que se consideren prioritarios para llevar a cabo una ambiciosa agenda procrecimiento. Siendo así, este 2025 puede transformarse en un punto de inflexión para la economía chilena, que permita sentar las bases para dejar atrás años de letargo y mejorar el ánimo de un país golpeado por el pesimismo. Ello requerirá mucho trabajo y un gobierno con auténtica vocación por el crecimiento.

Por Hermann González, Clapes UC

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