Columna de Hernán Cheyre: ¿Regreso a un Estado-emprendedor?
En repetidas oportunidades hemos abordado en estas líneas el problema de fondo que afecta a la economía chilena, cual es la pérdida en el potencial de crecimiento, influida especialmente por el estancamiento de la productividad. Siendo múltiples los factores que inciden en esto, entre los cuales por cierto hay que mencionar la falta de inversión en I+D, así como las dificultades para lograr una mayor transferencia tecnológica, el problema de fondo en esta materia tiene un alcance mucho mayor.
Lo fundamental para recuperar la capacidad de crecer es la generación de condiciones para que la actividad emprendedora pueda desplegarse con todo su potencial, y para ello lo que se requiere de un “Estado-facilitador” es que elimine trabas, que adapte las regulaciones a los desafíos que impone la nueva economía del conocimiento, que promueva la competencia, que apoye un mejoramiento efectivo de la capacitación de la fuerza de trabajo, otorgándole un mayor dinamismo al funcionamiento de los mercados en un contexto de apertura y de integración a los mercados mundiales. En esta línea se sitúan, por lo demás, las recomendaciones contenidas en el reciente informe de la OCDE sobre Chile al abordar el tema del desafío de la productividad.
Esta visión se contrapone con aquella que postula que, para lograr mejoras en el ámbito de la productividad e innovación, se requiere de una participación mucho más activa del Estado en la entrega de “orientaciones” para conducir la estrategia de desarrollo en una cierta dirección, o incluso interviniendo directamente como gestor de nuevas actividades productivas. Este enfoque de un “Estado-emprendedor” es el que está siendo impulsado por el gobierno, siendo un caso elocuente de este contrapunto lo que se observa actualmente con el tema del litio.
A pesar de las enormes ventajas comparativas que presenta Chile para la extracción de este mineral, las regulaciones están impidiendo un mayor desarrollo de esta industria, perdiéndose participación de mercado y cediendo la posición de liderazgo que en forma natural deberíamos tener. Y ante un boom en el precio del litio ocasionado por un fuerte aumento en la demanda, que no va a ser eterno, el gobierno actual, en lugar de moverse rápido y aprovechar de expandir el mecanismo de los contratos de explotación existentes -que, por lo demás, han generado cuantiosos recursos para el Estado por concepto de impuestos y regalías que deben pagar las empresas privadas que operan bajo esta modalidad, sin haber financiado las inversiones que esto ha significado y sin correr el riesgo que implica la actividad empresarial-, anuncia la creación de una Empresa Nacional del Litio para abordar el desarrollo de esta industria, sin tener conocimientos específicos en la materia, careciendo de recursos para hacerlo, y arriesgando una postergación en el inicio de nuevos proyectos que nos va a impedir aprovechar el momentum asociado a las actuales condiciones de mercado. Por este camino difícilmente vamos a lograr una mejora en la productividad.
Por Hernán Cheyre, Centro de Investigación Empresa y Sociedad U. del Desarrollo