Columna de Hugo Lavados: Flexibilidad y adaptación para un futuro profesional exitoso
El inicio de las clases vuelve a poner el foco en la educación. En las universidades, una de las principales preocupaciones es la adaptación de los estudiantes de primer año a sus programas de estudio, situación que se ve afectada por dos factores clave: la arraigada tradición de ingresar a carreras ya definidas y la exigencia de tomar decisiones tempranas a jóvenes, aún en proceso de definir sus intereses y habilidades.
Por otra parte, la escasa interrelación entre los programas de estudio dificulta que los estudiantes descubran oportunamente si la carrera elegida responde a sus aspiraciones profesionales. La implementación de módulos optativos o cursos introductorios de diversas disciplinas durante los primeros años podría ofrecer una visión más amplia, permitiendo a los alumnos ajustar su elección de carrera de manera oportuna y reduciendo el riesgo de deserción académica.
El cambio tecnológico y el avance del conocimiento demanda que la educación superior incorpore flexibilidad en sus programas para permitir que los jóvenes con dos o tres años de avance curricular “enmendar” el rumbo y reorientar sus intereses, cuando sea necesario.
También ha generado preocupación ante la percepción de que los títulos universitarios han perdido valor, especialmente en el contexto de una inserción laboral lenta en ciertas áreas. Sin embargo, el creciente interés de los profesionales por la educación continua y la capacitación demuestra que la formación académica sigue siendo un activo valioso.
Si bien hay quienes proponen en la formación técnica una alternativa al “desaliento” de titulados universitarios, al revisar la matrícula en IP y CFT se observa que la mayoría se concentran en áreas como salud, administración, contabilidad y recursos humanos, en detrimento de áreas más técnicas como ingeniería, electricidad o mecánica, por lo que en la práctica la oferta educativa tampoco parece innovadora.
En cuanto a la cobertura neta de las universidades chilenas, se ha estabilizado en el pregrado tradicional por factores demográficos y de mercado. Hoy, el incremento en la matrícula proviene de la prosecución de estudios, programas de postítulo de ciclo corto, flexibles y alineados con las nuevas tecnologías y la productividad.
Este escenario, por cierto, requiere ir de la mano con crecimiento y desarrollo económico a nivel país, que requiere una población capacitada y productiva, capaz de innovar, emprender y aumentar valor agregado de bienes y servicios.
Lo que corresponde es seguir trabajando para que las expectativas de los egresados sean realistas, pero eso no significa añorar el Chile de la educación para unos pocos. No olvidemos que de la mano de la educación también hay movilidad social.
Por Hugo Lavados Montes, rector Universidad San Sebastián
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.