Columna de Ignacio Briones: Ley de finanzas abiertas, más y mejor mercado financiero

Ignacio Briones

"Es fundamental aprobar la iniciativa de finanzas abiertas que hoy se discute en el Congreso (“Ley fintech”). Retrasar o bloquear este cambio sería a costa de las personas, del desarrollo financiero y del crecimiento económico".



El siglo 21 es el siglo de los datos. Como nunca, la tecnología permite procesar inmensas cantidades de datos a bajo costo. Esto disminuye los costos informacionales y de transacción. Y, con ello, desafía a una serie de instituciones tradicionales cuya existencia y servicios respondían a su capacidad de reducir esos costos con la tecnología existente. Uno de los sectores dónde esta transformación es más evidente es el financiero. Ello al alero de una lógica de finanzas abiertas que facilita la irrupción de nuevos actores y mejores soluciones financieras para las personas. Chile necesita avanzar en esta dirección. Por eso es fundamental aprobar la iniciativa de finanzas abiertas que hoy se discute en el Congreso (“Ley fintech”). Retrasar o bloquear este cambio sería a costa de las personas, del desarrollo financiero y del crecimiento económico.

Las finanzas abiertas reposan en la idea que los datos transaccionales que usted genera son suyos y no de las instituciones financieras que los albergan. Esta inversión de la lógica tradicional sobre la propiedad de los datos tiene importantes implicancias. Y es que las transacciones financieras de empresas o personas, sus inversiones, solicitudes de crédito o los seguros que contrata, por nombrar solo algunos ejemplos, van generando un historial de comportamiento que es valioso en la medida que pueda ser efectivamente utilizado.

Abrir esa información, con el consentimiento de las personas, genera un ecosistema de datos que intensifica la competencia, la innovación y la inclusión financiera. Ello porque estos datos bajan las barreras a la entrada y posibilitan la emergencia de nuevos actores. Desde ya, empresas fintech intensivas en tecnología y procesamiento de datos que compiten por ofrecen mejores soluciones financieras, a la medida y a menor costo. El problema es que hoy ese historial de información solo está disponible para la institución financiera incumbente que la alberga (bancos, retail financiero, intermediadores de ahorro, etc.), lo que limita la competencia y los beneficios de la apertura de datos.

Durante el gobierno del presidente Piñera, desde el Ministerio de Hacienda diseñamos e impulsamos con fuerza una ley para generar este ecosistema de finanzas abiertas. Ello en un trabajo conjunto con la CMF que derivó en un marco regulatorio transformador, técnicamente sólido, con altos estándares de ciberseguridad, protección de datos personales y sanciones por mal uso. El gobierno, a través del ministro Marcel, ha dado prioridad a esta iniciativa, transformándola así, en una suerte de bienvenida política de Estado. El proyecto ha avanzado en el Senado, pero se ha encontrado con lomos de toro que arriesgan con desnaturalizarlo y hacerlo inoperante.

Es el caso de indicaciones que limitan el tipo de información financiera que se puede compartir y acotan desmesuradamente la ventana de información histórica a mostrar (exiguos 180 días). Esto último es absurdo por tres razones. La primera es que la información es de la persona y cabe preguntarse por qué limitar su derecho de propiedad y el plazo de su uso. Segundo, porque con una ventana de tiempo limitativa, los únicos beneficiados son las instituciones incumbentes que hoy ya tienen esa información sin restricciones de plazo. Tercero, porque tiende a hacer inútil la información. Imagine una empresa de larga trayectoria en medio de una recesión. ¿Vamos a limitarla a compartir información en una ventana corta que solo captura su peor periodo, cuando lo que queremos es tener una mirada larga sobre su solvencia y capacidad de pago?

En 2008 ingresó al Congreso el primero de una serie de proyectos de ley de consolidación de deudas que apuntaban al intercambio de información crediticia con el consentimiento de sus dueños: las personas. Han pasado 14 años sin que se haya logrado avanzar, un periodo en que el retail financiero se opuso férreamente a estas iniciativas. Avanzar hacia finanzas abiertas, concepto mucho más amplio, es una oportunidad de enmendar el rumbo. Una oportunidad de beneficiar a las personas, profundizar la competencia y tener más y mejor mercado. Una oportunidad de reivindicar esa sutil pero fundamental diferencia entre ser pro mercado y pro empresa.

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