Columna de Ignacio Ruiz: El año que viviremos en peligro
"El ciclo de vida de la industria inmobiliaria necesita de un fuerte reimpulso para seguir moviendo todos los engranajes de la economía, especialmente el del empleo y el consumo. Las proyecciones no son auspiciosas: no están entrando nuevos desarrollos y los que están activos, han ido mermando de manera significativa sus ventas."
El año 2023 va a ser crítico para la industria inmobiliaria. Durante el 2022 recibimos varias estocadas como mercado: incertidumbre normativa, inflación, alza en las tasas hipotecarias y contracción de la demanda, por nombrar algunas. Con todo, hay un último golpe rondando y que, de ser fuerte, nos podría dejar en estado crítico: el fin de los ingresos de nuevos proyectos a la oferta inmobiliaria, afectando la reposición de los stocks.
Este peligro incluso se respira en el segmento de las viviendas con subsidios, que dejó de ser atractivo para muchos desarrolladores debido al alza en los costos de construcción y los problemas asociados a la aplicación del DS19 u otros subsidios que históricamente han favorecido a la clase media.
El ciclo de vida de la industria inmobiliaria necesita de un fuerte reimpulso para seguir moviendo todos los engranajes de la economía, especialmente el del empleo y el consumo. Las proyecciones no son auspiciosas: no están entrando nuevos desarrollos y los que están activos, han ido mermando de manera significativa sus ventas.
Quien conoce los tiempos en los que se maneja el sector, sabe lo que esto significa: La tramitación normativa demora cerca de 24 meses y, dependiendo de cada proyecto, otro tanto tarda el periodo de construcción. Adicionalmente, hay que esperar entre 6 y 12 meses para que las instancias administrativas tramiten la recepción en las obras.
A lo anterior, se suma la presión para los desarrolladores de que los permisos caducan a los tres años, por lo que muchos ven con preocupación la opción –cada vez más cierta—de que se deban renovar todos los trámites de aquellos proyectos que quedaron listos para comenzar.
Una nueva dilación de tiempos espanta a los inversionistas y hace más dificultoso atraer capitales en este escenario pantanoso. Las proyecciones de la Cámara Chilena de al Construcción (CChC) estiman que la caída anual del 2022 será de 4%, cifra aún mayor para 2023, donde esperan una contracción de 5,3%.
Con ello, todo indica que la tasa de desempleo subirá fuerte durante 2023, sobre todo hacia el segundo semestre, ya que la construcción es uno de los grandes motores de la economía y los meses para agotar stock no superan los 12 meses en la mayoría de las comunas de Chile.
Según cifras de la CChC, durante 2022 ya se han destruido cerca de 5 mil empleos en el sector y se espera que la cifra aumente, dada la reacción tardía que tienen las cifras de empleo respecto de la inversión.
¿Qué desafíos genera esto? Como industria, este 2023 nos va a obligar a anticiparnos y conocer mejor que nunca a este nuevo cliente, quien valora no solo el producto en sí mismo sino también el “viaje” para llegar él. La tecnología, la eficiencia y la innovación serán la clave para sobresalir en este incómodo escenario.
* El autor es director de IMC Group.