Columna de Imme Scholz: La transición energética, una oportunidad para el mundo y para Chile
En el marco de la transición global hacia energías renovables, Chile tiene la oportunidad de liderar en América Latina y mitigar los efectos globales del cambio climático.
La transición hacia una matriz energética basada en energías renovables es crucial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global. Los eventos recientes demuestran que los niveles actuales ya no son seguros; lo más seguro sería reducir la concentración de CO2 a 350 ppm, lo que requiere iniciativas para absorber el CO2 de la atmósfera.
Las energías solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica no solo son soluciones sostenibles y abundantes, sino una oportunidad si el objetivo es generar crecimiento y bienestar social.
Transitar hacia energías renovables no es solo una cuestión de protección ambiental; es una estrategia de desarrollo integral.
Es en este sentido que Chile tiene una ventana de oportunidad. Al adoptar y promover insumos para el desarrollo de energías limpias, Chile puede generar empleo de calidad, mejorar la salud pública al reducir la contaminación del aire y fortalecer su soberanía económica y energética.
Chile se encuentra en una posición privilegiada para liderar el desarrollo de energías renovables gracias a sus condiciones naturales excepcionales. La vasta extensión del desierto de Atacama ofrece una de las irradiaciones solares más intensas del planeta, mientras que las costas y cordilleras del país son ideales para el despliegue de proyectos eólicos. Chile tiene una posición única para convertirse en un líder global en la producción de baterías, litio y energía renovable, contribuyendo significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y al avance hacia economías sostenibles.
Aprovechar este potencial requiere una inversión sustancial en infraestructura y la formulación de políticas públicas que promuevan el crecimiento de las industrias renovables.
Pero además, y esto es muy importante, este diseño debe ser llevado a cabo en un diálogo inclusivo con la sociedad civil y las comunidades locales, considerando las frágiles condiciones ambientales exacerbadas por la triple crisis de cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad.
Solo si la sociedad chilena percibe este proceso como justo y sostenible se logrará la aceptación y adopción de un nuevo modelo de desarrollo, al cual chilenos y chilenas podrán adherir democrática y participativamente.
El trabajo de la Fundación Heinrich Böll se centra en fomentar, entre otros aspectos, los valores políticos de la ecología y el desarrollo sustentable. En esta línea, que, junto a un grupo de profesionales, activistas y organizaciones, nos hemos dado a la tarea de colaborar en la organización de un programa de trabajo y reflexión sobre el modelo de desarrollo, con el objetivo de analizar criterios de sostenibilidad y justicia que permitan aprovechar esta oportunidad de desarrollo de manera sustentable y sostenible.
Chile tiene la oportunidad histórica de reflexionar y repensar sus caminos y alternativas para su desarrollo. Para ello, se requiere contar con una articulación que facilite el encuentro y el diálogo entre representantes de los segmentos científico, académico, político, empresarial/emprendedor y activistas de la sociedad civil, que estén comprometidos con la transformación social y ecológica. Se trata de construir consensos para que Chile pueda avanzar hacia un modelo productor de conocimiento y tecnología, y liderar así el proceso de transición energética que vive nuestra sociedad.
Por Imme Scholz, co-presidenta de la Fundación Heinrich Böll y co-coordinadora del Grupo Independiente de Científicos de las Naciones Unidas encargado de elaborar el Global Sustainable Development Report 2023