Columna de Iris Boeninger: La vara está alta



El homenaje realizado por presidentes del Grupo Libertad y Democracia al expresidente Sebastián Piñera confirma nuevamente su liderazgo y el enorme legado que le dejó a Chile y a la región. El expresidente Eduardo Frei destacó su interés permanente por los problemas de la gente y su capacidad para generar diálogo y acuerdos. Por otra parte, los treinta años de gobierno que incluyeron a la ex Concertación marcaron una época de enormes mejoras en la calidad de vida de los chilenos, en que bajó la pobreza de un sesenta y ocho por ciento a menos de diez; se multiplicaron los jóvenes que accedieron a la educación universitaria; primaba en ese entonces la política de pactos. El fin de esta exitosa coalición se debe a la pérdida de la confianza, esa que se construyó durante la dictadura y en el exilio, por el deseo compartido de recuperar la democracia.

En medio del fragor de las próximas elecciones municipales y de gobernadores, mediciones de encuestas semanales ya incluyen la nada lejana elección presidencial en Chile.

Presenciamos distancia y agresiones entre adversarios en lugar de propuestas políticas concretas entre las cuales pueda el ciudadano elegir. Tampoco existe claridad en cuanto a posibles coaliciones. Sumas, restas y cálculos mueven el ambiente político. ¿Elegirá el ciudadano a aquel que denosta al adversario? Ojalá que no. ¿Serán candidatos aquellos que no quieren serlo, solo porque en su tienda política no existe otro mejor? Ojalá que no. El argumento de “vota por mí porque el otro es malo” es inaceptable, es lo que se denomina la política de la disuasión. Nada bueno para la calidad de la democracia.

Hanna Arendt sostenía que la vida política es la forma más elevada de compromiso. Muchos jóvenes sienten la política como algo muy lejano que no proporciona soluciones a sus problemas cotidianos. Hoy existe una fuerte desafección hacia la política y los políticos, siendo que la política es una plataforma para mejorar la vida de las personas. ¿Cómo elevar el compromiso político en estas circunstancias? ¿Qué soluciones me propondrán? ¿Quién, si hay un descredito de la belicosa clase política de estos momentos? ¿Cómo, si las redes sociales son un reflejo complejo de la realidad que ensombrecen las propuestas políticas serias?

Se nos presentan tiempos llenos de desafíos por la situación interna de Chile y por la interacción con este mundo incierto, lo que obliga a repensar el accionar político. No hay lugar para actitudes personalistas ni solo partidarias.

Presenciamos la destrucción del valor de la palabra, aquella que sana, propone y se compromete. Se da lugar en cambio a la palabra que denosta, no dialoga e incumple, lo que se transforma en palabra muerta.

Ir hacia la dirección correcta requiere que la patria y el futuro sea lo prioritario para la clase política y los ciudadanos. Así, tal vez dejaremos de estar sobre un terreno resbaladizo.

Dejaron alta la vara grandes presidentes y buenas presidencias; era otra la forma de hacer política.

Por Iris Boeninger, economista y ex embajadora de Chile en Uruguay

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