Columna de Isabel Aninat: La irresponsabilidad de los partidos

FIRMA ACUERDO


Todos recordamos el resultado del plebiscito de hace un año atrás. Menos presente están las promesas que se hicieron durante los meses de esa campaña. Varios de los partidos que llamaron a votar por el Rechazo lo hicieron bajo la propuesta de elaborar una buena Constitución que se escribiera con amor. El mismo día del plebiscito, el presidente de la UDI escribió que el compromiso era con una nueva oportunidad para Chile, un nuevo pacto social y una buena Constitución que uniera al país.

Luego de meses de negociaciones, el 12 de diciembre los partidos políticos (UDI, RN, Evópoli, DC, PR, PL, PS, PPD, PC, Comunes, FREVS, Convergencia Social, RD y Acción Humanista), además de los movimientos Amarillos por Chile, Demócratas y Unir, firmaron formalmente el Acuerdo por Chile. Se establecieron ahí las 12 bases constitucionales y se creó un nuevo procedimiento. Los presidentes del Senado y de la Cámara anunciaron al país ese acuerdo transversal.

En ese momento se vislumbraba que, así como en la Convención las reglas electorales premiaron a los independientes, el nuevo diseño generaría un espacio en el que, justamente, los partidos pudieran ser partícipes activos del nuevo texto constitucional. Frente a las consignas de una democracia sin partidos clamadas previamente, ahora estos parecían reaccionar y ofrecer un proceso que permitiera compartir una visión común.

Hoy, sin embargo, ese ímpetu parece que era solo por el diseño procedimental, más que por contribuciones sustantivas. Están participando, por supuesto, quienes fueron electos en sus listas para el Consejo Constitucional. Pero, ¿dónde están los presidentes de todos esos partidos firmantes hoy aportando con ideas? ¿En qué están sus directivas?

Volvamos a esa promesa de buena Constitución escrita con amor. Es difícil sostener que un buen texto incluya una regla que beneficia al 23% más rico del país con una exención del pago de contribuciones. Es difícil cumplir con una buena Constitución si se traduce, en la práctica, en eximir del impuesto territorial a los residentes de Vitacura, Las Condes, Providencia y Lo Barnechea (ver informe de Horizontal).

Una buena Constitución debiera estar centrada en un buen diseño institucional. La discusión sustantiva más importante hoy es el diseño del sistema político que funcione. Mucho se criticó, y con razón, el que la Convención pasada incluyera políticas públicas en su texto. Por lo mismo, cuesta entender que se vuelva otra vez con la idea de inscribir propuestas de este tipo en un proyecto constitucional; más difícil es hacerlo cuando esas propuestas son malas ideas; y todavía más cuando las energías están abocadas a los juegos populares y a los deportes criollos, en vez de pensar en las instituciones y sus reglas de funcionamiento. Por lo mismo, no deja de sorprender que partidos políticos que durante décadas han contribuido con seriedad al debate legislativo apoyen con sus votos estas iniciativas.

La construcción de una propuesta constitucional no ocurre solamente con los votos de cada enmienda. Se construye con un debate y con acuerdos que trascienden a 51 personas y que se sostienen en el tiempo. La responsabilidad no es únicamente de un partido, es también de todos aquellos que firmaron el Acuerdo por Chile.

Por Isabel Aninat, decana de la Facultad de Derecho, Universidad Adolfo Ibáñez