Columna de Iván Poduje: ¿Dónde está Baquedano?
En un solemne punto de prensa frente a La Moneda, la vicepresidenta en ejercicio, Carolina Tohá, le comunicó al país que por fin se llegó a acuerdo para remodelar el eje Alameda-Providencia. Detrás suyo estaban las partes en pugna: el gobernador Orrego, padre del proyecto y promotor de la demolición la Plaza Baquedano y la alcaldesa Matthei, férrea opositora de esta idea, que afirmó que Orrego esta “obsesionado con la plaza”. Además, con el tono enérgico que la caracteriza, la alcaldesa dijo que el gobernador no tenía atribuciones y que cualquier cambio debía contemplar una consulta a los vecinos.
Luego del punto de prensa, Tohá, Orrego y Matthei subieron a sus redes sociales la imagen del proyecto y con sorpresa pude ver que era prácticamente igual al diseño que desató la controversia. La plaza Baquedano desaparece, la Alameda pasa por arriba y los parques Balmaceda y Forestal se juntan en una plaza de forma elíptica. El único cambio es que esta plaza estará cubierta con pasto en vez de pavimento como en la versión anterior.
¿Por qué la alcaldesa Matthei cambió de opinión y aceptó que se demoliera la plaza Baquedano, que acertadamente había comenzado a restaurar? ¿Por qué la decisión se tomó sin consultarle a los vecinos como ella había exigido?
Pero el asunto empeora. En el diseño presentado no se contempla la escultura del general Baquedano, pero si su base o “plinto”, que se ubica al medio de la plaza elíptica, sin nada arriba. Al principio lo encontré insólito, pero luego de escuchar los discursos y comunicados - donde se hablaba de Plaza Italia y nunca de Baquedano- me di cuenta que había una intención de borrar de un plumazo cualquier referencia a este héroe nacional. Además, excluían una de las esculturas más notables de nuestro patrimonio urbano, sin generar una sola instancia de debate.
¿Qué explica este intento por aplicar tabla rasa? ¿Porqué se desconoce el aporte histórico de Baquedano, valorado por el pueblo de Chile luego de la guerra del Pacífico? ¿Estamos ante otro intento por reescribir la historia como la delirante Convención Convencional? Creo que todo influye, pero temo que el factor más relevante fue no “provocar” a las turbas que intentaron tumbar la escultura, además de saquear cientos de negocios y quemar museos, templos, centros culturales y viviendas. En el fondo, sacar a Baquedano simboliza ese Estado temeroso que se retira de las poblaciones tomadas por el narco, que abandona los liceos destruidos por los overoles blancos, que mira con indiferencia el terrorismo del sur o el crimen organizado que disparó los homicidios del norte.
¿Y dónde esta Baquedano? Luego de sacarlo en la mitad de la noche, lo pusieron en un cuartel militar aislado del espacio público, igual que millones de chilenos que viven encerrados por temor a la delincuencia por culpa de un Estado temeroso y la falta de liderazgo y convicción de sus autoridades. ¿Se imagina a los ingleses sacando a Nelson de Trafalgar Square o los franceses removiendo a De Gaulle porque una manga de intolerantes lo exige?
En este triste panorama, la actitud del alcalde de Zapallar, Gustavo Alessandri, entrega una pequeña señal de esperanza. El edil fue brutalmente golpeado en su casa junto a su familia, y todo indica que se trató de una represalia, por perseguir a las mafias que lotean terrenos en su comuna. Pero en vez de amedrentarse -y “esconder a Baquedano”-, Alessandri dio entrevistas denunciando lo sucedido.
Lo mismo han hecho los alcaldes Carter en La Florida, Pizarro en La Pintana o Toro en San Ramón. Todos andan con escolta policial, porque decidieron enfrentar a los narcos que intentan imponer la ley del más fuerte en sus comunas, igual que las turbas que lograron sacar al general Baquedano de la plaza, dejando su plinto vacío, como recuerdo de un Estado cobarde, indolente e incompetente.
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