Columna de Iván Poduje: Los incendios y el legado
Pensé escribir esta columna haciendo un listado de las obras que dejó el Presidente Piñera como legado en vivienda y ciudad. Sin embargo, este recuento no sería fiel a los temas que le preocupaban pocas horas antes de la tragedia, que eran los incendios de Viña del Mar y Quilpué. En ello estábamos trabajando junto a otros excolaboradores. No era un plan como se ha comentado, ya que era imposible hacerlo en tan pocos días. Era una estrategia que tenía dos características centrales del Presidente: síntesis y orientación a resultados. Sebastián Piñera detestaba las presentaciones eternas ya que su tiempo era escaso, y debía dedicarlo a tomar decisiones para avanzar con soluciones. Por eso eran claves las propuestas, que revisaba y cuestionaba al detalle. Muchas veces llamaba en la misma reunión a sus ministros para comunicar las decisiones. Luego cerraba con la instrucción de “apretar hasta reventar” para que el asunto avanzara en la enervante burocracia del Estado.
El Presidente Piñera tenía muchos amigos arquitectos así que solía hacerme bromas sobre lo volados que éramos, con un ego tan grande como los edificios. Solía citar el caso de Santa Barbara que fue el primer camino que se tomó luego de la catástrofe de Chaitén: construir una ciudad perfecta, diseñada por arquitectos perfectos, con conceptos perfectos. Eso era exactamente lo que no debemos hacer. Jamás aprovechar esta “crisis como oportunidad” para pasar a la historia, sumando temas pendientes que no tenían nada que ver con los incendios.
El foco de la estrategia eran las familias damnificadas. Por eso, el Presidente nos pidió un diagnóstico para estimar cuantas se habían visto afectadas, que fue lo más difícil de hacer ya que el gobierno no tenía estadísticas precisas. Pero esa no era una respuesta aceptable con Sebastián Piñera, así que tuvimos que hacer una estimación propia con fotos satelitales. Sobre esta base de daños se formularon las propuestas. El método del Presidente era seccionar el problema por partes para achicarlo y hacerlo más abordable. En este caso había tres: los damnificados de campamentos (ej. Manuel Bustos), los de poblaciones o villas consolidadas (ej. El Olivar) y el entorno de bosques que amenaza el Gran Valparaíso.
En campamentos la clave es evitar la reconstrucción en zonas de riesgo. Esto nunca ocurre ya que las familias se mueven más rápido que el Estado y en pocos meses pueden tener todo reconstruido con mediaguas. ¿Cómo evitamos que las familias se vuelvan a instalar en zonas de riesgo? Esa fue la pregunta clave y la respuesta la encontramos en Frei Montalva, que era después de Aylwin, el mandatario que más admiraba Piñera. Frei Montalva entregó sitios en propiedad, que generaron inmediato arraigo en las familias. Acá debíamos hacer lo mismo en zonas seguras, próximas al desastre. Diseñar loteos para asignar sitios y entregarlos en propiedad a cada familia damnificada lo antes posible. En paralelo, avanzar con proyectos de urbanización, para levantar calles, redes sanitarias, escuelas, jardines infantiles y consultorios.
En las familias propietarias de barrios o villas cuyas casas fueron quemadas, como El Olivar, había que replicar el modelo del subsidio en sitio propio del 27F, con una participación de empresas que ofrecían modelos de casas adaptables a la realidad de cada terreno. En el entorno boscoso, que se quema todos los años, se propuso una red de caminos para facilitar el control rápido de los incendios y la evacuación, evitando los atochamientos que resultaron fatales. Esta red se estructuraba entorno a un camino orbital, paralelo a la ruta Las Palmas, que además conectaba 20 estanques con agua para evitar la falta de presión y seis bases de Conaf con brigadistas de turno. Al momento del accidente, estábamos precisando estos proyectos y estimando su costo aproximado. En memoria del Presidente terminaremos este trabajo la próxima semana, y lo publicaremos en medios de prensa, para que todos los chilenos lo puedan conocer.
Por Iván Poduje, arquitecto.