Columna de Jaime Abedrapo: La Corte Penal Internacional habló fuerte y claro

Corte


Las órdenes de captura de la Corte Penal Internacional contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, su ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el comandante de Hamas, Mohammed Deif, por Crímenes de Guerra y Crímenes Contra la Humanidad cometidos en el contexto de las hostilidades registradas desde el 7 de octubre 2023 hasta hoy, han conseguido intensificar el desvarío de Occidente.

Estados Unidos y algunos países aliados están cediendo a favor de sus intereses geoestratégicos y en contra de los principios políticos, éticos y jurídicos que decían respetar, los que a su vez fueron cimientos para la legitimidad del régimen político representado por las democracias liberales.

En efecto, el cambio de época que vivimos representa incertidumbre, en especial por el triunfo de las autonomías subjetivas. Esto se ha traducido en líderes políticos -como Biden o Putin- desinteresados de un orden justo a escala mundial. Observamos en las sociedades contemporáneas como expresión recurrente la anomia, la que ahora llegó incluso al campo de la guerra. No se cuestiona, para conseguir sus objetivos políticos, utilizar la hambruna sobre la población civil para deshacerse de sus “enemigos”. Esta ha sido la principal consideración por la que la Corte emitió las órdenes de captura en contra de las autoridades israelíes, mientras que las democracias “representativas del mundo libre” -con asiento en la OTAN- no terminan de aceptarlo. Es más, la han señalado como una decisión “injusta” por parte de la Corte y en respuesta amenazan con sanciones al órgano jurisdiccional.

Si bien los Estados Unidos (entre otras potencias mundiales como Rusia) no reconocen a la Corte Penal Internacional -su condición de superpotencia con intervenciones militares en distintos teatros de operaciones lo imposibilita-, sin embargo, desde finales de la Segunda Guerra Mundial han presentado una narrativa tendiente a erigirse como un actor que promueve la libertad y el respeto a los derechos humanos. Pero, desde la guerra ilegal en Irak (2004) hasta nuestros días, en que han brindado soporte político, financiero y militar incondicional hacia Israel y vetado las resoluciones de ceses al fuego, están abriendo la posibilidad de hacer eclosionar el régimen internacional de la Carta de las Naciones Unidas, consagrar el irrespeto a la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, y perseguir la eliminación de la Corte Penal Internacional, cuyo mandato ha sido precisamente investigar y sancionar individualmente a los responsables de crímenes internacionales (Crímenes de Guerra, Crímenes de Lesa Humanidad y Crimen de Genocidio).

En consecuencia, las democracias que fueron fundamentales en la elaboración de un régimen internacional en clave de derechos y responsabilidades, hoy se están transformando en actores que promueven el rompimiento con la noción de la persona humana y su dignidad.

Por Jaime Abedrapo, director del Centro Derecho y Sociedad, USS