Columna de Jaime Abedrapo: La tempestad
Desde tiempos de la antigua Sumeria (hace 3.500 años) se ha registrado interés por un orden que brinde estabilidad al sistema internacional, el cual se consigue momentáneamente a través de consensos básicos entre distintos actores que habían competido por el poder.
Hoy estamos frente al rompimiento de los consensos a nivel global. La Conferencia de Yalta ha llegado a su fin y con ello la efectividad del sistema de Naciones Unidas. En efecto, el orden del mundo alcanzado por Iósif Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt ha colapsado institucional y moralmente, siendo este nuevo quebrantamiento del orden global una interrogante respecto a la continuidad de los cimientos que habían permitido argumentar respecto a la ampliación de la conciencia y el sentido de la política contemporánea. Ello, porque el orden post guerras mundiales había supuesto un aprendizaje relativo a lo imperativo de la protección de la persona humana. ¿Volvemos a foja cero?
En 1945 se instauró principios mínimos para garantizar los derechos fundamentales, órganos de resolución de controversias y un consejo de seguridad colectiva (CSNU) institucionalizado en la Carta de las Naciones Unidas. Ese orden hoy se ha violentado sistemáticamente. La pregunta que subyace es sí será posible convocar un “nuevo Yalta” que contemple el respeto a la dignidad de la persona.
La evidencia no es optimista. Desde inicios del presente siglo hemos sido testigos de la “guerra contra el terrorismo” que cambió los propósitos civilizatorios presentados en 1945. En efecto, los Estados garantes del sistema internacional de postguerra tienden a incumplir -por supuestas razones de seguridad- las normas imperativas en distintas latitudes. Ejemplos: Guantánamo y la prisión de Abu Ghraib; guerras ilegales como la de Irak (2004); la invasión de Georgia por parte de Rusia (2008), la anexión de Crimea (2014) y la Guerra de Rusia contra Ucrania (2022).
Por otro lado, la inoperancia del CSNU ha estado de manifiesto en múltiples situaciones, desde el conflicto en Libia (2011), Siria (2015), entre otros. A ello se suma los Estados que están dispuestos a incumplir los dictámenes del Consejo de Seguridad en asuntos catalogados como Crímenes de Guerra y Lesa Humanidad. Actualmente vemos como Israel mantiene su agresión sobre Franja de Gaza a pesar de un dictamen del Consejo que obliga a un cese al fuego.
Han sido varios los Estados que han incumplido los dictámenes y resoluciones de los órganos de NU, pero el desahucio del sistema se confirma en la anomia de los Estados permanentes del Consejo de Seguridad.
Después de la tempestad y deshumanización vendrá la calma. Esperemos que cuando ello suceda quede alguna posibilidad de establecer un orden que renueve el compromiso con la dignidad de las personas.
Por Jaime Abedrapo, director del Centro de Derecho Público y Sociedad, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales USS