Columna de Jaime Bellolio: Desconfío de todos
En una encuesta realizada a inicios de año por parte del Instituto de Políticas Públicas de la UNAB, se confirman algunas tendencias preocupantes con respecto al desapego de las personas más jóvenes con la democracia, al mismo tiempo que da algunas luces de cómo combatir la profunda desconfianza interpersonal e institucional.
La encuesta -Radiografía de la desconfianza- mide también cuáles son las principales emociones que hoy se perciben en la sociedad, así como las motivaciones y sueños.
Así, por ejemplo, la principal respuesta espontánea sobre lo que se sueña en la vida tiene que ver con la estabilidad económica a través del trabajo, una casa propia, y una salud que permita vivir más junto con una vejez digna. La principal motivación tiene que ver con el cuidado de los hijos y la familia, con una gran diferencia entre hombres y mujeres, ya que prácticamente solo mujeres contestan que su motivación es el cuidado, mientras que solo hombres lo hacen sobre la familia. Se ratifica así que queda mucho trecho por avanzar en cuanto a los tradicionales roles de género de quien cumple el papel de proveer sustento económico y seguridad, como de cuidados y salud.
La principal emoción que se percibe como presente es la alegría, pero luego seguida del miedo. Es decir, en mi entorno inmediato, con los míos estoy bien, pero allá afuera hay temor. Estas emociones juntas, además, no producen una alta movilización, sino que refuerzan la desesperanza en el inmediato y más bien la paralización. Por ello es que la familia y el hogar pasan a ser tan relevantes, no solo como lugar para poder desplegarme, confiar y sentirme seguro, sino que también es físicamente el refugio para capear las inclemencias de las tormentas que pasan en el país y en lo ajeno.
A tal punto llega la desconfianza, que ante la pregunta de cuál es la primera palabra que se le viene a la mente al decir “desconfío de”: los políticos se llevan el 25%, la gente un 18%, todos un 14% y los inmigrantes un 12%. Si desconfiamos de todo y todos, el futuro no se ve posible.
Al mismo tiempo, la democracia se ve como algo esencial e importante solo para el 50% de la muestra, pero con el doble de importancia para los mayores de 60 que para menores de 30. Por supuesto que la experiencia de la ruptura y recuperación democrática son claves, pero también lo es la percepción de inutilidad práctica o de excesiva demora de las instituciones democráticas para resolver los problemas de la sociedad. Esto ha permitido en otros lugares el avance de populismos y liderazgos mesiánicos que terminan por socavar la libertad y la democracia y es otra señal de alerta para nuestro país.
Finalmente, los espacios de confianza están en lo familiar, pero también con vecinos y compañeros de trabajo, así como en la búsqueda de instancias de diálogo y participación que permitan ser parte del proceso a las decisiones públicas. Hay una oportunidad en las próximas elecciones locales: ser parte desde lo familiar a lo nacional, y no al revés.
Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB
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