Columna de Jaime Bellolio: El banderazo de la previa

CONSEJO DE GABINETE


En la jerga futbolística, se le llama “banderazo” a la acción de los hinchas en apoyo de su equipo en la previa de algún partido importante. Es una manera de mostrar fuerza y poner presión en los propios y contrarios. El gobierno ha organizado sus propios banderazos ad portas de la última cuenta pública donde puede marcar una diferencia.

Hemos visto sendas declaraciones de los más fanáticos defensores del gobierno y también el intento de un diseño comunicacional -minuta y columnas incluidas- para instalar el relato de que la actual administración habría “estabilizado” al país.

Podría pensarse que esta es una estrategia para que los incautos puedan verdaderamente creer que este es un gobierno que siempre ha estado comprometido con la seguridad y el orden público, y que han creído desde sus orígenes en el crecimiento económico, la inversión extranjera y la responsabilidad fiscal, así como en la importancia de la provisión mixta de bienes públicos, como en salud.

Pero no, es demasiado evidente que, a pesar de la mutación discursiva, no alcanza para que la opinión pública crea que los mismos que votaron en contra de todos los proyectos relacionados con seguridad, que confundían orden público con autoritarismo, y que coquetearon vociferantes o en silencio con la violencia política, hoy sean los paladines de la seguridad. Por de pronto, no solo la mayor parte de los proyectos de ley aprobados tienen la firma del Presidente Piñera, sino que además, sin el apoyo de la actual oposición, varios proyectos hubieran sido rechazados con los votos de sus propias filas.

Ni tampoco es posible creer que después de promover -en los límites de la institucionalidad- los sucesivos retiros de pensiones y presionar hacia un mucho mayor gasto público, hoy pretendan atribuirse el mérito de haber bajado la inflación y estabilizar las cuentas públicas. Ayudar a crear el problema, esperar a que otro lo arregle y después esperar felicitaciones por estar solucionado, raya en el absurdo.

Si no es creíble para la opinión pública y a lo más confunde, ¿cuál podría ser la lógica? Es el llamado de la tribu, la convocatoria a los propios para que se unan y envalentonen previo a un discurso y elecciones, al mismo tiempo que una provocación a los contrarios, que serán indicados como obstruccionistas y egoístas.

Y quizá lo más paradójico de todo, es que aparte del cinismo de aplaudirse por estabilizar lo que desestabilizaron, es que para un gobierno cuyo programa era refundarlo todo y establecer una propuesta constitucional que dañaba severamente la democracia, hoy celebran no haber logrado hacerlo, y más bien continuar con el antiguo orden.

Mientras tanto, los espectadores del partido, que serían los ciudadanos preocupados de su vida cotidiana, no solo verán con desesperanza el espectáculo, sino que seguirán con la incertidumbre en sus seguridades y verán lejos su aspiración de estar sanos, mantener su trabajo y poder caminar en paz.

Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB

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