Columna de Jaime Bellolio: Futuro esplendor... ¿cancelado?
Hay un problema común para muchas familias chilenas: si bien el futuro existe, se proyectan en él a no más de tres meses. Viven con un futuro corto, casi cancelado.
Algunos análisis etnográficos nos muestran también que las urgencias de la vida cotidiana son las principales preocupaciones de las familias, como la seguridad en sus hogares y en el trayecto a sus trabajos o estudios; el aumento de los precios y el costo de vida; y el trabajo como una de las amarras ante el oleaje de incertidumbre. En suma, las ansiedades de hoy, la inseguridad, la amenaza de una mala situación económica, el retroceso general del sentido de autoridad, del respeto a las normas y leyes, así como el déficit institucional, son los ingredientes que hacen prácticamente imposible pensar en un futuro esplendor.
No proyectarse a un futuro de verdad tiene consecuencias demoledoras para las personas y es destructivo para los países. Si el futuro no existe no hay ninguna razón para cooperar, y más bien la hay para el conflicto. Si no hay un futuro en función del cuál moderar las pasiones de hoy, es fácil que las cosas se salgan de madre. Para salir de ese verdadero loop tóxico, el camino es centrar la atención en las urgencias y dolores de esas personas, buscar todos los acuerdos necesarios y cuidar las instituciones que las familias necesitan que funcionen.
El acuerdo de esta semana es una buena noticia. El problema constitucional no se resolvió con la paliza que el Rechazo le dio a la lógica octubrista y polarizante. La pregunta de fondo es clara, ¿en qué condiciones enfrentaremos las futuras crisis políticas y sociales que inevitablemente vendrán: con reglas aceptadas por todos o con reglas cuestionadas en su legitimidad por gran parte del país? Parece bastante obvio que lo primero es mejor.
Pero hubo también malas señales. Primero, grupos de izquierda que, habiendo firmado, pusieron en duda al día siguiente su compromiso -tal como hizo el presidente de Comunes, el FRSV y otros más de la coalición gobernante- pretendiendo borrar con el codo lo recién firmado. Con ello, no solo desafían al propio Presidente, sino que ponen en duda cualquier acuerdo de reformas necesarias, y dañarían, aún más, la escasa credibilidad de la política.
Otra señal negativa es la lógica negacionista y polarizante con que reaccionaron al acuerdo algunos sectores de Republicanos, inclusive tratando de traidores y cobardes a quienes han estado por el diálogo, por cumplir aquella promesa de campaña de que “esta no, pero otra sí” y que apostamos por un pacto social que nos permita discutir dentro de la Constitución, y no siempre sobre ella.
La inseguridad, la polarización y la debilidad de nuestras instituciones están en la raíz de la cancelación del futuro. En el origen de las tres hay responsabilidad de los actores políticos. También está en ellos la posibilidad de superarlas y fortalecer nuestro destino común.
Que el 2023 nos permita avanzar hacia el futuro esplendor prometido a todos los chilenos.
Por Jaime Bellolio, ingeniero comercial