Columna de Jaime Bellolio: Hasta siempre, Presidente
En enero de 2010, tras ganar su primera elección, el Presidente Piñera citó al poeta Vicente Huidobro: “Necesitamos un alma y un ariete, un ariete para destruir y un alma para construir, (…) un ariete para derrotar la delincuencia, el narcotráfico y la pobreza. Y un alma generosa para construir la patria grande, libre, justa que siempre hemos soñado”. Invoco esta escena porque dice mucho sobre el Presidente Piñera y su legado.
Siempre entendió que la seguridad y la superación de la pobreza debían ser las principales prioridades del Estado, porque son esas las prioridades del Chile popular, al que dedicó un lugar especial de su corazón durante toda su vida. Llevarnos al desarrollo era la meta que se propuso, porque veía que sólo así los chilenos podrían valerse por sí mismos y vivir en paz.
Siempre fue fraterno, porque entendía que Chile es un país diverso en donde todos debemos que tener un lugar a pesar de nuestras diferencias. Lo acusaron de tibio, amarillo y veleta. Pero la historia terminó por darle la razón cada vez que fue necesario. Pensaba en Chile como un todo, nunca se limitó a ver la realidad desde una pequeña tribu de adeptos.
Y siempre fue un enamorado de nuestra cultura, especialmente de nuestra poesía. No sólo paseó las obras de Mistral, Neruda, Parra, Gonzalo Rojas y del mismo Vicente Huidobro por todo el mundo, también les supo dar el lugar que merecían en el Palacio de La Moneda. Porque supo ver la importancia que nuestros poetas tienen para nuestra proyección en el futuro, como una expresión del alma nacional que se plasma en sus versos, y compartir eso con las futuras generaciones es de un valor incalculable. No se limitaba a la mezquindad de ver lados políticos, amigos o enemigos, sino que puso siempre sobre eso el interés superior de la nación.
Hoy la patria llora la pérdida de alguien que supo estar a la altura de los desafíos que la historia le puso por delante y, en lo que él denominaba ‘la soledad del poder’, siempre decidió pensando en el bien de Chile.
Hoy despedimos a un hombre de Estado de la República. Alguien a quien no le tembló la mano para defender la democracia cada vez que fue necesario; alguien que lideró con alegría la reconstrucción de un país destruido por el terremoto de 2010; alguien que supo enfrentar con decisión, sabiduría y esperanza una pandemia que amenazaba con llevárselo todo; y alguien que venció incluso a la naturaleza más inclemente al rescatar a los 33 mineros; de sobrepasar las dificultades para dotar de mayor dignidad e igualdad para las parejas del mismo sexo; y de promover una educación pública de calidad desde los Liceos Bicentenario, para que fuese siempre el talento y el esfuerzo el que nos lleve lejos.
Una partida tan repentina duele mucho, pues sabemos que, como ocurre con los buenos vinos chilenos, el paso de los años hará más visibles las obras de sus dos presidencias y aumentará el peso de su legado. Me duele en el alma saber que no podrá disfrutar de esa etapa con nosotros. Y sobre todo me duele por nosotros, porque no tengo dudas de que el Presidente Piñera con su inclaudicable fe en Dios, se encuentra hoy en un mejor lugar.
Es por esa razón que quiero hacer un llamado: no podemos dejar su legado a la deriva, pues debe ser difundido, honrado y defendido. No sólo como la constatación de que en Chile las cosas se pueden hacer bien, sino como una brújula para construir un futuro mejor dotados de un alma y un ariete.
Hoy sentimos angustia, pena y dolor, pero también despedimos a un hombre que supo imprimir en cada acción su alegría de que Chile es un país por el que vale la pena sacrificarse cada vez que sea necesario. No importa cuán dura, difícil o complicada sea la situación. Honrar su legado es también honrar su estilo.
Adiós, Presidente. Nunca lo olvidaremos. Y arriba los corazones que vienen tiempos mejores para Chile.
Jaime Bellolio, Director Observatorio Territorial IPP, UNAB, y ex ministro Secretario general de gobierno.