Columna de Jaime Bellolio: Hoy no somos Ecuador, ¿y mañana?
Frente a los graves hechos que han ocurrido en estos días en Ecuador, donde ha habido transversal apoyo en la tarea de retomar control del Estado de Derecho y del orden público, las autoridades chilenas han sido cuestionadas de si acaso ello pudiese pasar acá. “La realidad de Chile, respecto a la seguridad, no es la de Ecuador” dijo la ministra Tohá.
Si bien algunos vieron esto como un intento de “bajar el perfil” al eventual poder que han ganado las bandas de narco y crimen organizado en nuestro país, al sacar la fotografía hoy, es cierto que no estamos en esa situación. La duda es sobre la evolución del crimen, para no estar en ese lugar.
¿Qué hacer entonces, antes de que sea tarde? Lo primero que podemos descartar son las soluciones facilistas que prometen éxito de un día a otro, ya que es una carrera donde cunde la frustración, rabia y desesperanza, y quien termina ganando terreno es el populismo autoritario.
Hoy son las inseguridades -delincuencia, trabajo, costo de la vida y salud- las que preocupan de tal forma a las familias, que su proyección de futuro no supera unos pocos meses. La delincuencia es de las que primero genera aumento en el temor y afecta transversalmente la vida cotidiana de las personas, especialmente a quienes son más vulnerables. Esto implica que se necesitan medidas inmediatas, de urgencia, pero no cualquieras.
En un seminario organizado por la UNAB, el profesor de la Universidad de Chicago, Chris Blattman, presentó su experiencia trabajando en ciudades como Medellín, Chicago, Monrovia y más.
Sin pretender ofrecer soluciones mágicas, propuso cinco pilares a tener en cuenta para combatir el crimen organizado. El primero es la necesidad de conocer cualitativa y etnográficamente la organización y formas de operar del crimen organizado. El segundo es hacer que la información administrativa con que se cuenta pueda “conversar” entre sí, lo que se traduciría en que las policías, el Poder Judicial y la sociedad civil que trabaja en la materia puedan tener datos detallados y unificados. El tercero es recolectar información sobre otros delitos que están escondidos, como la extorsión, los prestamistas y el microtráfico. El cuarto es monitorear y entender a las nuevas generaciones -propone encuestas en 7° básico- preguntando sobre la expectativa de ingresos potenciales, la satisfacción y probabilidad de caer preso en el caso de seguir la vía criminal. Al menos debiera preocuparnos que los referentes en los adolescentes hayan cambiado de futbolistas que surgieron por su mérito y esfuerzo de largo plazo, a algunos cantantes urbanos que alaban el vivir la vida en un permanente carpe diem donde la cultura narco es la máxima a conseguir.
Finalmente, propone la necesaria vinculación entre el Estado y la sociedad civil que permita prevenir y tratar la violencia que mata y acaba con todo.
Esta es una agenda en la que se puede actuar, en simultáneo con lo urgente, para no llegar a vivir mañana lo de Ecuador. Antes que sea aún más tarde.
Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB
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