Columna de Jaime Bellolio: Interregno

Acuerdo Congreso


La Reina Isabel II ha finalizado sus exitosos 70 años de mandato tal como se comprometió: trabajando hasta el último día. Y a los pocos minutos que ello hubo sucedido, Carlos III era nombrado nuevo Rey de Inglaterra. Tal como dice el viejo refrán, a Rey (Reina) muerto, Rey puesto.

Esta disposición busca que el interregno -el período que media entre un soberano y otro- sea el más breve posible, para evitar al máximo la incertidumbre e inestabilidad. En un sentido republicano, Chile vive su propio interregno, ya que en dos plebiscitos consecutivos hemos decidido que las reglas antiguas que nos rigieron ya no nos interpretan, y que el nuevo orden que nos propusiera la Convención, ratificado por casi 8 millones de electores, tampoco.

Con ello, el principal derrotado es el octubrismo. Esa síntesis ideológica que justificaba la violencia, que creía que debía refundarlo todo, que sabía más y mejor que las propias personas cuáles eran sus necesidades y anhelos, que cancelaba al distinto, que quería imponer nuevas identidades radicalizadas y menospreciar las de nuestra historia en común. Cae estrepitosamente al despreciar al pueblo chileno, que desea un debido reconocimiento a nuestros pueblos indígenas, pero no una plurinación. Que desea más y mejores derechos sociales, pero también tener garantía de poder escoger en salud, tener subvención en su colegio privado, que sus fondos de pensiones sean propios y heredables, que el Estado dé más garantías en seguridad y tenga las herramientas para combatir el narco, terrorismo y delincuencia.

Gramsci sostenía que las crisis consistían en ese interregno en que lo viejo muere y lo nuevo no ha nacido. Y alertaba que en ese periodo es donde podían ocurrir los fenómenos morbosos más variados. Algunos de ellos los vimos en las horas posteriores a los resultados y hasta hoy, donde una masa en redes sociales insultaba a los habitantes de Petorca y La Pintana por haber votado distinto que ellos, una funcionaria del municipio de Curanilahue diciendo que “no podemos ayudar a quien no entiende cómo ser ayudado” o al director de Conadi con “la población mapuche no entendió el texto”.

Esta lógica que insulta y escupe en la cara a millones de chilenos, es una de las principales razones de la derrota del octubrismo. Pero para que realmente sea superado, debemos terminar decididamente con el enfrentamiento de trincheras, aislar los extremos polarizados que convenientemente buscan extender el desorden para su beneficio, y buscar los acuerdos que faciliten la llegada de las nuevas reglas, junto con trabajar en las necesarias urgencias ciudadanas.

Para la centroderecha, es una oportunidad para escuchar y conducir los cambios comprometidos, en diálogo con las fuerzas del Rechazo, pero también con las democráticas del Apruebo. Tenemos una ocasión histórica de llevar a Chile a una nueva y mejor forma de relacionarnos, que no parta de cero y recoja nuestra historia y tradiciones. Entonces podremos terminar el interregno: aprobando un nuevo pacto social.