Columna de Jaime Bellolio: Mea culpa

marcel uriarte
08 de Marzo/VALPARAISO Mario Marcel en conferencia de prensa , durante la sesión de la camara de diputado que trata la reforma tributaria . FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO


Esta semana el gobierno sufrió otra dura derrota política-la primera fue el rechazo-, y como lamentablemente se está haciendo común, vuelve a intentar tapar los errores propios culpando a terceros, transformándose en una administración estructuralmente porfiada.

Y es que no puede verse de otra manera, cuando por meses la oposición manifestó su desacuerdo con la oportunidad y magnitud del aumento de impuestos, dadas las condiciones de la economía chilena, que van al declive en inversión, crecimiento de puestos de trabajo, con alta inflación y sin mucha expectativa de mejora en el corto plazo.

Además de la evidente sobreestimación de recaudación -y la minimización de los efectos negativos-, el gobierno siguió la estrategia de no ceder ni un milímetro en la Cámara, donde supuestamente tenía mayoría y podía permitirse el gesto a su flanco izquierdo, y luego negociar todo en el Senado. Evidentemente la fórmula fracasó, y no solo porque faltaron 2 votos de su propia coalición, sino porque forzaron hasta el límite el ganar por poco, sin escuchar a la oposición, organizaciones de Pymes y sectores productivos que alertaban los problemas.

Y entonces vino el destape discursivo, atacando de forma agresiva, falaz y contradictoria. Agresiva en el fondo y forma, con un ministro que fuera de todo tono razonable, acusaba de querer favorecer elusiones y desfinanciar. Falaz en cuanto a que no se podrían pagar beneficios sociales que tienen múltiples vías de financiamiento, como el caso de la PGU, que ya está financiada para alcanzar cerca de 240 mil pesos a final de este gobierno, y que costaría 0,5 puntos del PIB el adelantarlo (y 1% en régimen), cuestión que se puede conseguir rápidamente. Y contradictorio, por pretender sostener que rechazar una votación “en general” era inaceptable y eliminaba incluso la mera discusión teórica sobre un tema, mientras que en la realidad los exdiputados hoy ministros hicieron muchísimas veces lo mismo, que la discusión es sobre un proyecto en particular con sus ideas matrices, y que fue el propio gobierno quien se negó a hacer las modificaciones antes de su segundo trámite.

Un problema de este abrupto cambio es que no se sabe si fue un desliz, o la tónica que marcará las demás reformas necesarias para el país, como la de seguridad, pensiones y salud.

Y es especialmente preocupante en la mitad de un proceso constituyente que debe dar más estabilidad y menos polarización, más certezas de cerrar un ciclo constitucional con reglas aceptadas y aceptables, y menos lógica reivindicativa de sectores extremos.

Hoy se cumple un año del gobierno, donde se acaba de hacer un cambio de gabinete exiguo, que mantiene su estructura general, y solo marginalmente trae a personas más moderadas en los ministerios. Allí, el Presidente dijo que había que dialogar hasta que duela, pero al ver la reacción post fracaso de la reforma, pierde credibilidad en el ánimo de diálogo y acuerdos que es necesario.

Al cumplirse un año, hay que ser y parecer.

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