Columna de Jaime Bellolio: Ministro, Chile merece más
Durante décadas nos tuvimos que acostumbrar a que en lides deportivas, sobre todo colectivas, nos iba a ir mal. Especialmente en contexto global, como mundiales, olimpiadas y similares, donde a lo más había triunfos morales.
Pero eso iba a cambiar con una generación “de oro” en el fútbol, otra en el tenis, ahora en el golf y en varios deportes individuales donde nuestros compatriotas están en el top mundial. Pero nos falta mucho más. Y esas ganas, esa sana ambición de aspirar a lo más alto, es una de las motivaciones que vimos en los Juegos Panamericanos y que en general habita en el espíritu de todo deportista de alto rendimiento. No hay espacio para la medianía.
Pero llevándolo a la realidad política del país, el gobierno ha hecho una verdadera oda a la mediocridad.
Partió conmemorando sus dos años pretendiendo instalar que hoy el país está mejor que cuando lo recibieron y que lo han “estabilizado”. Para una coalición que se planteaba a sí misma como refundadora, transformar en éxito la mantención y fortalecimiento de las condiciones anteriores -esas de los despreciables 30 años- al menos suena paradójico. Pero llevado a lo concreto, no hay por dónde: tenemos un país con más incertidumbre, más inseguro y con menos trabajo e inversión. Por cierto, ya sería mucho recordar los vientos que sembraron en materia de justificación de la violencia, rechazo absoluto de todas las leyes en materia de seguridad, acusaciones infundadas y un discurso que promovía la permanente división. Que ello ya no esté no es motivo de celebración, es sólo sensatez.
Y esta semana hubo otro intento sin ningún decoro: una imagen de una bandera que flameaba al viento, como mostrando una gesta heroica, para dar la gran noticia de que Chile había crecido un 0,2%.
Terminamos 31 de 33 en Latinoamérica, sólo superando a Haití y Argentina, pero se celebraba como el penal definitorio del Campeonato Mundial. A tanto llegó la soberbia, que el ministro de Hacienda le dedica el triunfo a un “economista de apellido compuesto”, diciéndole que estaba mal. Pero Schmidt Hebbel, el connotado economista cuyo nombre se pretendió despreciar, tenía razón: en términos del ingreso per cápita, bajamos un 0,45%.
Mientras en el gobierno se debate si dar la batalla ideológica-cultural -que sería como un triunfo moral- o ser prácticos y adecuarse a las necesidades apremiantes de los chilenos, se intenta celebrar la mediocridad. Es que no pasó tanto ni tan poco.
Jugar al empate parece ser la primera reacción en cada tema, y apenas se vislumbra una opción de hacer ganancia corta, se transforma en una frase para el bronce que luego debe ser matizada hasta ser indistinguible. Mientras tanto, se sigue atrasando la reconstrucción de los incendios y las personas han comenzado por su cuenta, se aleja la posibilidad de algún acuerdo en materia de pensiones, empeora la situación en salud y seguimos al debe en seguridad y empleo.
La mediocridad no puede ser la tónica. Ministro, Chile puede y merece más.
Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB