Columna de Jaime Bellolio: Novatos irresponsables

Gabriel Boric, presidente de la República, junto a la canciller Antonia Urrejola.


Con esas palabras, el senador Jaime Quintana se refirió a la última polémica por “desprolijidades” del gobierno, que esta vez afectó tanto internamente en el país como en las relaciones diplomáticas con Argentina.

¿Pero cuánto hay efectivamente de “error” en estos hechos? Ya se sabe que efectivamente el audio fue grabado por alguien del equipo, que al parecer lo hacía de manera usual para luego escribir comunicados. Y lo que se dijo ahí no fueron lapsus linguae.

Vamos por partes. En el contenido del audio, además de escucharse una reunión que más que informal, es chabacana, se critica muy fuertemente a muchas personas, entre ellas a la actual subsecretaria de RR.EE., a un asesor presidencial, al senador Quintana, a un excanciller, al embajador de Argentina y, quizá sin notarlo, al Comité de Ministros que acababa de rechazar el proyecto minero Dominga, puesto que aseguraban que el rechazo era por “compromiso de campaña”, diametralmente distinto a lo que intentaron argumentar en el comité hace pocos días atrás.

El gobierno simultáneamente se hace una herida autoinfligida, transparenta la gigantesca gresca interna entre las “dos almas”, y queda en evidencia que la simple ideología o búsqueda de popularidad es lo que determina decisiones que debieran ser basadas en consideraciones de soberanía nacional.

Va a ser difícil la recuperación de esta crisis para el equipo del Ministerio, porque evidentemente la salida de quien envió erróneamente el audio no da garantía alguna de que los problemas de fondo que se transparentaron no se repitan.

Vamos al otro punto, el de quienes lo divulgaron con “agenda propia”. Todos los gobiernos tienen filtraciones, se conocen minutas antes de lo que era esperado, se anuncian cosas aún no acordadas, se revelan conversaciones que se hacían en grupos de trabajo u opiniones en el proceso de formulación de políticas públicas. El ex director de Comunicaciones de Obama, Daniel Pfeiffer, postula en uno de sus libros que hay dos tipos de filtradores: quienes lo hacen por vanidad y quienes lo hacen por agenda. Los primeros son aquellos a los cuales les gusta presumir que están en los lugares donde se toman decisiones y que son influyentes. Los segundos son quienes buscan un objetivo político, muchas veces de interés propio o para hacer daño a terceros, usualmente dentro del mismo gobierno. Después del error de la periodista, quienes siendo parte del gobierno compartieron dicha información, ¿a cuál de los dos tipos pertenecen?, ¿fue por vanidad o por agenda? Y si es lo segundo, ¿cuál agenda? ¿Fue una agenda personal o un objetivo político colectivo? ¿Cuál de las “dos almas” se dedicó con afán a difundir la grabación?

El actual gobierno ha sufrido en carne propia no sólo lo que criticaban tanto de la vieja política, sino que los problemas avanzados de gobernar, pero con niveles de alevosía. Aún así, sería equívoco tildar de “error” lo que nace del interés ideológico y podría ser filtrado con objetivos políticos.

Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB