Columna de Jaime Bellolio: Obras son amores

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Y no buenas razones, sigue el refrán popular. Con ello se quiere decir que hay que pasar de las palabras a la acción, para que se pueda creer. Estamos inmersos en la profundidad de la desconfianza y del descrédito, cuestión que se agrava en relación con la política.

La política pareciera estar secuestrada por un presente permanente, donde no hay cabida a la colaboración y al necesario diálogo. Esto no quiere decir que se promueva un “buenismo” medio hippie en el cual todos nos ponemos de acuerdo en todo y en todas partes. Eso no es. Es algo mucho más simple pero difícil a la vez: generar espacios de confianza donde se encuentren personas con responsabilidades públicas, que, desde sus distintas visiones y vivencias, puedan escucharse activamente, para buscar diagnósticos y propósitos comunes.

Esto sería solo el paso inicial para luego generar acuerdos, pero es necesario. Sin una mínima dosis de confianza y un propósito común, seguiremos entrampados en el día a día, contribuyendo aún más a la desafección ciudadana sobre las instituciones políticas, dañando finalmente nuestra democracia. Pareciera que queremos los beneficios del futuro, sin atravesar los pantanos del presente. El resultado inmediato, sin el indispensable costo que implica esa decisión.

¿Qué hacer para salir de allí? Construir obras de confianza política.

Este es un concepto que le escuché a un arquitecto que trabajaba en la materialización de obras públicas que tenían la particularidad de que habían sido prometidas por muchos años, pero nunca realizadas. Y consistía en hacer una parte del proyecto completo, pero que fuera visible en un corto plazo, para que recién ahí se comunicara y presentara a la comunidad. No una primera piedra de esas que se sacan luego de las ceremonias, sino que una de verdad, visible, creíble.

La política hoy necesita de estas obras de confianza. La ausencia de éstas nos lleva a desperdiciar la oportunidad de aprendizaje y reflexión a 50 años del violento quiebre democrático, y al compromiso sobre los mínimos comunes sobre democracia, derechos humanos y Estado de dDerecho. Nos arriesgan a que volvamos a fracasar en un segundo intento de nueva Constitución, a la imposibilidad de resolver temas de plazo largo, como los referidos al medioambiente, salud, educación o pensiones, entre otros.

Necesitamos, entonces, acciones que permitan recuperar la confianza en la política con efectos inmediatos, como una drástica disminución de las listas de espera en salud; un intenso programa de lectoescritura para estudiantes hasta 5to básico; la erradicación del narco en los lugares más vulnerables; la decisión de ampliar terrenos habitables para viviendas sociales, entre otras.

Que estos 50 años en los cuales permanecemos en división, nos permitan imaginarnos unos largos próximos años, donde quepan las confianzas, los diálogos y donde los compromisos no sean solo buenas razones, sino que obras y amores.

Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB

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