Columna de Jaime Bellolio: ¿Servir a dos señores?
Durante las semanas posteriores a la apabullante derrota del octubrismo, de las ideologías radicalizantes e identitarias, del pretender saber más y mejor qué es lo que quiere y necesita cada persona en Chile, hemos visto como asoman las dos almas de la coalición gobernante.
Tomemos el caso del TPP. Este es un moderno tratado internacional, que opta por generar un polo transpacífico -de ahí su nombre- y no solo comercializar en mejores condiciones, sino que busca promover políticas de desarrollo con protección ambiental y laboral. Es la decisión sobre si ante la disputa comercial entre EE.UU. y China, como país queremos enfrentarlas en equipo o individualmente; si se piensa en el proteccionismo o en el beneficio de una economía abierta, global y regulada.
Para el FA y el PC, no solo no hay beneficios, sino que muchos problemas. Casi la totalidad de ellos descreen de los tratados de libre comercio, y en el Congreso votaban en contra de prácticamente todos con diversas razones, como el decir que todo lo que gana un país, lo pierde otro, o que solo quienes exportan o reciben inversiones ganan, o que se pierde soberanía al juntarse con otros países.
Lo más enigmático es que mientras buena parte del FA celebra democracias como Canadá, Nueva Zelanda o Australia, y quieren imitar el liderazgo de Trudeau o Ardern, al mismo tiempo sostengan, como ha dicho RD, que firmar el TPP “profundiza el modelo neoliberal, genera grandes pérdidas de autonomía; profundiza una política comercial agotada; tiene un sesgo pro empresa; se critica su falta de transparencia, conflictos de interés” y así muchas más. Y para qué decir del secretario general del PC, que sostiene que “no tiene ningún rédito que beneficie al país, que sea atraer mucha más inversión”.
¡Vaya manera de querer atraer inversionistas a Chile!
Por el otro lado, está la ministra del Interior y el de Hacienda, que promueven abiertamente su ratificación. El Presidente, en tanto, pide hacer side letters con respecto a la regulación de inversiones, pero luego sostiene que “no es algo que desde el gobierno estemos empujando”.
¿Qué explica esta gigantesca confusión? Pareciera ser que hay sectores del oficialismo que siguen en su lógica polarizante y moralizante, y entonces creen que el gobierno, después del 4 de septiembre, solo tiene que girar aún más a la izquierda, y entonces les irá bien.
Algo similar ocurre con la discusión sobre cómo continuar el proceso constituyente. Mientras el bloque de FA y PC quiere repetir el proceso anterior casi de igual forma, el Socialismo Democrático ha sostenido que no se pueden repetir los errores del pasado, entre los cuales está el maximalismo, identitarismo radical, las condiciones para incorporar independientes y pueblos originarios, así como los llamados bordes o límites que se deben establecer ex ante.
El Presidente eventualmente deberá tomar una decisión, dado que hasta el momento ha intentado transitar entre las dos almas, pero ya lo dice el viejo dicho: nadie puede servir a dos señores.