Columna de Jaime Bellolio: Violencia y contradicciones
Por Jaime Bellolio, ingeniero comercial
¿Qué quieren decir las personas cuando usan la palabra seguridad? No solo piden que no las asalten, sino que las dejen vivir su vida, saber con certeza posible la hora de salida y llegada al trabajo; que los colegios tendrán clases y sean espacios seguros donde dejar a nuestros hijos e hijas; el poder abrir el comercio y las Pymes sin temor a ser saqueados, y que los servicios públicos e infraestructura crítica no sean vandalizados. Ejemplos hay miles.
Si bien el fenómeno de la violencia tiene décadas en aumento en nuestro país y el mundo, hay componentes nacionales que comienzan a ser casi idiosincráticos. “Es que ya nadie se respeta como sí era en mi época, solo queda respeto en los adultos mayores”, me comentó un ex chofer de un camión de carga de Concepción, a punto de jubilarse. ¿Qué ha cambiado que esta frase se hace tan común? y ¿por qué a este gobierno le cuesta tanto responder a la demanda de seguridad?
A la primera pregunta se puede contestar por la caída de los referentes institucionales y personales de nuestro pasado, producto de abusos, colusiones, fraudes entre muchas cosas más, y también por el esfuerzo cultural y político incesante de algunos por desprestigiarlos y debilitarlos, con o sin justificación, y por la evidente tentación de las élites, políticas y económicas, por saltarse las instituciones cuando les incomodan.
Pero de reconocer todos esos elementos como parte de nuestro contexto, a pretender fundar en éste una justificación de la violencia y su impunidad hay un abismo de diferencia. Y aquí reside uno de los problemas del actual gobierno al enfrentar ahora, como tarea propia, la de combatir la violencia, ya sea en forma de delincuencia o inseguridad.
Varios líderes del actual gobierno y de su coalición, han justificado la violencia, han sido ambiguos frente a ella, o se han silenciado cuando ocurría, escudándose detrás de una supuesta causa superior que hacía que el fin justificara los medios. Ahora que les toca enfrentarla en defensa de la gente y sus derechos, no pueden sino sentir la gigantesca contradicción de lo que deben hacer hoy con lo que dijeron, justificaron e hicieron en el pasado. No es fácil pasar de justificar el vandalismo, barricadas, quemas de buses, “el que baila pasa”, el saltar los torniquetes -”gracias totales cabr@s” posteaba en Twitter un actual ministro, junto con el video de estudiantes abriendo una puerta cerrada para ingresar violentamente al Metro- y tomas de liceos o universidades, a tener que poner orden.
Es que no se puede estar con la violencia y contra ella al mismo tiempo.
Antonio Fraguas de Pablo, más conocido como Forges -un conocido humorista gráfico- decía que “la violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”. Para vencer la parálisis de parte de la coalición gobernante ante la violencia, el camino, más que por cuidadas fórmulas comunicacionales puestas en un teleprompter, pasa por escuchar a la gente y lo que piden cuando claman por seguridad.
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