Columna de Jaime Mañalich: Es la salud...
El crecimiento económico de Chile se ha enlentecido desde hace años. Las causas son múltiples, y los expertos concuerdan que esta tendencia se mantendrá en esta década. Sin crecimiento, las remuneraciones no aumentan, las familias se empobrecen y la incertidumbre angustia. Se señala que se debe al parásito de la “permisología”, a la falta de inversión extranjera, o a las guerras. Es correcto; pero detrás de esta mala noticia hay un problema crucial: la caída en la productividad, estancada por una década; eso es, el trabajo de cada persona genera los mismos bienes y servicios cada año.
El desarrollo de un país depende, entre otras cosas, de su capital humano. Y este concepto descansa en dos pilares: la educación y la salud de la población. En lo segundo, el pronóstico no es bueno. Un país con tasas de natalidad muy por debajo de la sustitución, envejecimiento acelerado y una carga de enfermedad crónica que limita la capacidad de trabajo, manifestado en prolongadas licencias médicas, muerte prematura, costos de bolsillo en medicamentos que no se reducen, y sin estrategias de promoción de la salud efectivas, auguran que la capacidad de contribuir al bien común es cada vez más difícil.
La importancia de la salud como motor de bienestar social se ha minimizado. Es fácil recortar los fondos en este sector porque cuando se trata de resultados a largo plazo, que los votantes no alcanzan a internalizar. Sin políticas de Estado que trasciendan el péndulo político, seremos viejos, pobres y enfermos antes que desarrollados.
El gasto en salud debe ser visto como inversión. Desde hace 60 años se viene demostrando que el retorno por cada peso gastado oscila entre 4 y 20 veces, si se enfocan dichos recursos en prevención primaria (factores que contribuyen a que se desarrolle una enfermedad, como obesidad, tabaquismo o exceso de sal en la dieta), o en el diagnóstico precoz de enfermedades crónicas que manejadas a bajo costo, no se transforman en catástrofes financieras (diagnóstico oportuno de la mayoría de los cánceres, diabetes, depresión). El último informe para Chile del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, tiene una seria omisión en esta materia, enfatizando solo el acceso a la medicina curativa.
La experiencia de prevención en enfermedades laborales, manejadas con educación y prevención por la mutuales, es un ejemplo patente del beneficio de una aproximación oportuna. No resulta claro por qué no se ha aumentado el catálogo de condiciones asociadas al trabajo, que deberían incorporarse a la ley 16.744, que las regula.
En el horizonte aparece una oportunidad. El financiamiento de las acciones de salud por seguros específicos, tendencia que debería acentuarse si se materializa la propuesta de crear una modalidad de cobertura complementaria (MCC), permite un diseño de estos productos a largo plazo, con énfasis en el enfoque preventivo y de aumento del capital humano. Lo otro, con testarudez, la educación para la salud.
Por Jaime Mañalich, médico
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