Columna de Jason Marczak: Cooperación regional: La clave para cuidar nuestra democracia e institucionalidad
El costo del crimen —tanto social como económico— sigue aumentando no solo en Chile, sino en otros países de la región. Es la principal preocupación de los ciudadanos en muchos países de nuestro hemisferio, desde las alarmantes tasas de homicidios hasta la extorsión y los delitos cotidianos.
Enfrentar desafíos como la crisis de seguridad y el crimen organizado transnacional requiere más que esfuerzos aislados. América Latina sufre una tasa de homicidios que triplica la media mundial. En Chile, solo en la primera mitad del año, los homicidios aumentaron un 5 por ciento en comparación con 2023. En julio, el Presidente Boric suspendió su viaje a París para atender la situación, lo que evidencia la urgencia del problema.
Entonces, ¿qué se puede hacer? ¿Cómo mejorar la situación en un país que no estaba acostumbrado a este nivel de delincuencia?
Existen desafíos importantes para abordar esta crisis. Primero, los grupos criminales no respetan fronteras, mientras que los gobiernos están obligados a hacerlo. Segundo, la criminalidad es un negocio que busca constantemente las formas más efectivas para expandirse. Es fundamental entender cómo operan estos grupos transfronterizos y cómo utilizan su ventaja para poder enfrentarlos de manera efectiva y a largo plazo.
Por esta razón, es necesaria una cooperación regional que involucre a gobiernos, fuerzas de seguridad y actores clave, tanto en Chile como en el resto de la región. Estas alianzas permitirán mitigar el impacto de estas organizaciones en sectores cruciales como el comercio, el turismo y las inversiones, los cuales sufren bajo la amenaza delictiva.
Un paso importante ocurrió en Ecuador en agosto, cuando el Banco Interamericano de Desarrollo propuso la creación de la Alianza para la Seguridad, la Justicia y el Desarrollo. Chile es uno de los once países interesados en formar parte de esta alianza, cuyo objetivo es trabajar de manera conjunta para prevenir el crecimiento de la violencia. Dada la falta de cooperación y, muchas veces, de confianza entre países para reducir la delincuencia, esta alianza representa un avance significativo. Además, complementa el trabajo del Comando Sur de los EE.UU., que coopera con las fuerzas de seguridad de la región.
La crisis de seguridad es un cáncer que no solo afecta las vidas cotidianas y las economías, sino que también tiene graves implicaciones para la estabilidad democrática. Según Clapes UC, en Chile, el costo económico del crimen en 2022 fue un 48% mayor que en 2013. Estos costos económicos son importantes y siguen aumentando. Sin embargo, la delincuencia también erosiona la confianza en la democracia y la percepción de que esta está atendiendo las necesidades básicas de la población.
El sistema interamericano es clave para resolver los retos hemisféricos que no pueden ser abordados por un solo país. La crisis de seguridad y la necesidad de una acción concreta es un tema que une a gobiernos de diferentes ideologías. Cada uno tiene su propia táctica para confrontar el problema, pero comparten el mismo objetivo: disminuir esta preocupante ola de violencia. Por ello, diálogos como la Cumbre de las Américas serán aún más importantes en los próximos años para enfrentar desafíos que no respetan las fronteras.
Al trabajar juntos, podemos crear condiciones más seguras que fortalezcan nuestras instituciones y nuestra democracia, asegurando un entorno de bienestar y desarrollo para todos. Es el momento de encontrar nuevos mecanismos que permitan combatir de manera integral la estructura de los grupos criminales.
Por Jason Marczak, vicepresidente y director senior del Centro para América Latina Adrienne Arsht del Atlantic Council.
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