Columna de Javier Sajuria: La impostura de la derecha

Cuando el Partido Conservador británico llegó al poder en 2010, de la mano de David Cameron, lo hizo con la promesa de reducir los números netos de migración a menos de 100.000 personas al año. En los 14 años que estuvieron en el gobierno, no sólo no lograron nunca esa reducción, sino que además ese número explotó post Brexit. Esto, a pesar de que una de las promesas del Brexit era precisamente la reducción de la inmigración. Sin embargo, el excesivo foco que tuvieron los conservadores en ese tema, asociado a una falla constante en cumplir sus propias promesas, los tienen sumidos en una crisis que sólo ha servido para el crecimiento de la ultraderecha. Quizás ahí hay un aprendizaje para la derecha chilena.
En el caso chileno, la candidata de la derecha tradicional, Evelyn Matthei, ha salido a declarar a los cuatro vientos su compromiso con “detener a los ilegales” y “cerrar la frontera”, a pesar de que su coalición (la misma que llena los cupos en su equipo de campaña) estuvo a cargo de la explosión más grande de inmigración ilegal de nuestra historia. Es más, su misma coalición fue la que llevó al sistema de visas y permisos de trabajo al colapso, contribuyendo a que los inmigrantes en Chile fueran víctimas de tratos indignos, tanto del Estado como de sus potenciales empleadores. Es difícil que esa misma coalición le pida a los potenciales votantes más extremos que confíen en que este vez sí van a cumplir. Al igual que los conservadores británicos, carecen de toda credibilidad en el tema, a pesar del rictus preocupado de su candidata.
Un discurso similar le escuchamos a Matthei en términos de delincuencia. Mientras la municipalidad de Santiago estuvo a cargo de Irací Hassler, Matthei guardó silencio sobre la decisión del gobierno de construir una nueva cárcel de alta seguridad en la comuna. Incluso considerando que es una comuna vecina a la que ella dirigía en su momento y que podría recibir algunas de las externalidades negativas de la decisión. Ahora que Santiago está a cargo de su coalición, propone la inviable idea de construir una cárcel en medio del desierto. Quizás se dio cuenta que la idea de usar islas para ese propósito (como Dawson o Mocha) estaba demasiado contaminada por los recuerdos de la dictadura.
Lo que Matthei y su sector, parecen no querer aceptar, es que cuando la derecha tradicional se acerca a sus primos (literal y figurativamente) de la ultraderecha, son ellos los que ganan. Eso ha quedado demostrado en cada uno de los países en que la derecha que se ha presentado históricamente como demócrata y liberal, trata de ocupar el discurso y los temas de quienes los tironean desde el extremo. Al revés de lograr detener su avance, terminan sembrando la semilla de su propia irrelevancia, algo que las encuestas parecen empezar a sugerir en Chile.
Hay dos razones principales para este proceso. Por un lado, cuando la derecha tradicional ocupa el lenguaje y las ideas de la ultra, legitiman su discurso y le quitan la sanción social que estaba asociada con sus ideas. Por otro lado, ponen en un dilema complejo a los votantes tradicionales de su sector, que no se sienten cómodos con la renuncia a ideales más liberales y básicos, como el respeto a los derechos humanos de todos, incluso los que inmigran sin documentos o se encuentran privados de libertad.
Por Javier Sajuria, profesor de Ciencia Política en Queen Mary University of London y director de Espacio Público.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.