Columna de Javier Salinas: El giro a la izquierda en Latinoamérica: promesas, desafíos y realidades
"Ellos lograron entender y capitalizar políticamente las principales necesidades de una proporción importante de la población: pensiones, salud y educación; en fin, derechos sociales."
En el 2018, México; en el 2021, Perú y Chile; recientemente, Colombia; y en un par de meses, probablemente Brasil. En los últimos años, las mayores economías de la región han elegido (o pronto elegirán) nuevo presidente, y el giro a la izquierda fue claro en cada uno de ellos.
Si bien todas estas historias toman una forma particular en cada país, existen varias notables similitudes: una sociedad disconforme que espera cambios profundos, y que en más de un caso esa disconformidad se ha reflejado en movilizaciones ciudadanas; presidentes electos que no solamente se encuentran a la izquierda que los gobiernos que los precedían, sino también que argüían ser una nueva opción ante la política tradicional; partidos y opciones electorales de centro que se desdibujan ante las posiciones más extremas en el espectro político.
Y es que ellos lograron entender y capitalizar políticamente las principales necesidades de una proporción importante de la población: pensiones, salud y educación; en fin, derechos sociales. Si bien en algunos países se lograron avances algunas de estas materias durante los gobiernos anteriores (lo que descomprimió el clamor social en ese aspecto particular), todos ellos alcanzaron su triunfo con promesas que apuntaban mejorar el bienestar social en estas áreas, más allá de la viabilidad técnica de éstas.
Pero los desafíos de los gobernantes electos no terminaron con la elección. Todos ellos enfrentan una ciudadanía con altas expectativas acerca de sus gobiernos que ellos mismos exacerbaron, pero con grados de libertad limitados, tanto por las restricciones políticas e institucionales (en donde los Congresos juegan un rol fundamental) como económicas (con un debilitamiento fiscal que heredaron). Todo ello apunta a dos caminos: moderación de las propuestas o paralización legislativa; y en ambos casos la tensión social podría aumentar.
¿Y todo esto en qué afecta a Chile? Más allá de los evidentes acercamientos entre los gobernantes de estos países, la respuesta está en que el éxito de una propuesta puesta en marcha en algún país abre la opción de una idea similar en otro, y viceversa. Fuimos testigos de cómo los retiros de fondos previsionales fueron ocurriendo de forma casi paralela en Chile y Perú (en ambos casos, impulsados por el Congreso), y cómo los bancos centrales ofrecieron soluciones similares para evitar una desestabilización del sistema financiero. El triunfo del apruebo o del rechazo en el plebiscito de salida de la nueva constitución en Chile podría entreabrir la puerta de nuevo para un proceso similar en Perú, o cerrarla por varios años. La propuesta de reforma pensional del presidente electo Petro tiene similitudes relevantes con las del presidente Boric, a pesar de las diferencias en los sistemas vigentes. Las ideas de proteccionismo comercial en Colombia podrían avivar las aguas en Chile y Perú. Y la lista sigue.
Y en el corto plazo, los retos de los países parecen también coincidir: altos niveles de inflación con énfasis en combustibles y alimentos; depreciaciones de las monedas; riesgo creciente de una recesión global…
Este giro a la izquierda en la región vuelve más relevante el observar las experiencias exitosas de los países vecinos, ya que éstas podrían motivar a los gobiernos locales a seguir los mismos caminos. Sin embargo, no hay que olvidar que el éxito o fracaso de estas medidas dependerá del cristal con el que se mire, por lo que, para predecir el futuro de las políticas públicas en cada uno de estos países, primero hay que quitarse los lentes propios.
* El autor es economista jefe LarrainVial Research.
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