Columna de Jeanette Vega: Golpe mortal a la salud global
La OMS es la red neurálgica que protege a la humanidad.
Cuando la humanidad más necesita unidad, Estados Unidos y Argentina deciden retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta retirada no es solo un error político, es una sentencia de muerte para millones de personas en el mundo.
Imagine un planeta donde las pandemias avanzan como tsunamis silenciosos sin nadie que lance la primera alerta. Este no es un escenario de ciencia ficción, sino la consecuencia real de desmantelar la Organización Mundial de la Salud. La OMS no es una oficina burocrática perdida en Ginebra. Es la red neurálgica que protege a la humanidad, un sistema de vigilancia global sofisticado construido pacientemente durante décadas de cooperación internacional. Su labor trasciende los informes y las estadísticas: salva millones de vidas cada año.
Los logros de la OMS son históricos; entre otros, erradicó la viruela y redujo la polio casi al 100%. Más allá de las enfermedades infecciosas, desarrolla estrategias contra enfermedades crónicas como obesidad, diabetes y padecimientos cardiovasculares, regula tecnologías médicas, lidera investigaciones de salud mental y crea protocolos de adaptación al cambio climático.
Durante la pandemia de Covid-19, su valor estratégico se hizo absolutamente evidente. La OMS coordinó el mayor despliegue de recursos médicos de la historia moderna: 13 mil millones de vacunas distribuidas gratuitamente en 144 países. Según The Lancet, la OMS salvó aproximadamente 17 millones de vidas. En 2023, detectó y respondió 84 brotes epidémicos potencialmente catastróficos en 47 países antes de que se convirtieran en crisis mayores. Su red de vigilancia cubre el 98% de los territorios mundiales.
Cuando un país como Estados Unidos se retira de la Organización Mundial de la Salud, no está recortando un presupuesto, está desmantelando esperanza de vida en el planeta.
La contribución anual de EE.UU. del 22% del presupuesto operativo de la OMS es mucho más que un número. Su impacto se mide en vidas salvadas, no en presupuesto.
Algunos ejemplos: el financiamiento estadounidense ha contribuido a reducir los casos globales de polio a menos de 30 en 2023. Con su retiro, el riesgo de resurgimiento podría aumentar hasta un 400% en 22 países, principalmente en África y Asia. El retiro podría dejar sin vacunación a 3,6 millones de niños en 47 países, exponiendo comunidades enteras a enfermedades prevenibles. Los sistemas de alerta epidemiológica podrían perder hasta el 65% de su capacidad. Significa que enfermedades que hoy se contienen rápidamente podrían convertirse en pandemias o crisis humanitarias.
En salud mental, la pérdida de financiamiento debilita investigaciones y programas de prevención en 64 países, especialmente en regiones con altos índices de depresión y suicidio. Proyectos sobre enfermedades crónicas, genética y tecnologías médicas emergentes perderán recursos lo que ralentizará innovaciones que podrían transformar diagnósticos y tratamientos. La consultoría técnica, fundamental para reformas sanitarias en países como Chile, perderá recursos clave. Países que están mejorando sus modelos de atención integral verán afectados sus procesos de modernización y optimización.
En el caso de la Organización Panamericana de la Salud, el aporte anual total de todas las agencias gubernamentales de Estados Unidos asciende aproximadamente a $79-83 millones, lo que representa entre el 35-40% del presupuesto operativo total de la OPS, financiando programas críticos de salud pública en América Latina y el Caribe, con especial énfasis en prevención de enfermedades, fortalecimiento de sistemas de salud y respuesta a emergencias.
El unilateralismo en salud global no es solo miope, es un atentado contra la humanidad. La salud de una nación depende directamente de la salud de las demás. La OMS representa más que una organización: es la arquitectura invisible que nos mantiene con vida. La cooperación internacional no es un lujo, es la única estrategia de supervivencia en un mundo interconectado. Debilitar a la OMS significa desmantelar nuestra primera línea de defensa contra amenazas sanitarias transnacionales. El mundo no puede seguir pareciendo un barco donde algunos pasajeros deciden romper el sistema de comunicaciones en medio de una tormenta. La interdependencia no es una opción, es una necesidad de supervivencia.
La salud es el más fundamental de los derechos humanos. Y su protección requiere algo más que banderas o intereses políticos de corto plazo: requiere humanidad.
Por Jeanette Vega, exsubsecretaria de Salud, doctora en Salud Pública
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