Columna de Jeannette von Wolfersdorff: Gestión de la crisis económica
"En términos prácticos, se trata de una tasa que solo puede soportarse durante pocos meses por las empresas, después de 36 meses de estallido, pandemia y ahora mercados recesivos con inflación. Un caso reciente es Sencorp que ha iniciado un proceso de reorganización judicial".
En Chile hemos salido de una de las crisis más profundas, “a una velocidad no vista anteriormente”, destacó en septiembre 2021 el Ministerio de Hacienda en una presentación sobre el Estado de Hacienda Pública. Advirtió también sobre un posible sobrecalentamiento de la economía -aun cuando puso el foco ante todo en la “fuerte recuperación” del mercado-, y el hecho de destacar a nivel global por la magnitud del apoyo entregado para enfrentar la entonces crisis doble: sanitaria y social. Efectivamente, entre 2020 y 2021, las medidas de apoyo desde el Ejecutivo fueron sin precedentes. Sumaron casi 18% del PIB entre gastos fiscales e ingresos no percibidos, mientras que los tres retiros de los fondos de pensiones significaron otro 20% del PIB en magnitud. En consecuencia, de los estímulos, en 2021, el PIB creció casi un 12%. En cambio, a fines del 2022 no será el PIB, sino la inflación que cerrará cerca del 12% porque el consumo de las personas se volvió excesivo y se enfrentó con una oferta aún no recuperada pospandemia.
La salida express de la crisis el año pasado salvó el año económico 2021, pero conducirá a una crisis económica compleja ex post. En 2023, el PIB probablemente se disminuirá entre -1,5 y -0,5%, según el Banco Central. Nos lleva a un escenario de estanflación. Como principal causa de la inflación, el Banco Central ha señalado el excesivo aumento del gasto en 2021, y ha elevado la tasa de política monetaria al 10,75%, un nivel alto en comparación internacional. En términos prácticos, se trata de una tasa que solo puede soportarse durante pocos meses por las empresas, después de 36 meses de estallido, pandemia y ahora mercados recesivos con inflación. Un caso reciente es Sencorp que ha iniciado un proceso de reorganización judicial.
En esta situación, la gran pregunta es si habrá un ajuste de la actividad económica sin excesivas quiebras, o más bien un aterrizaje duro. Relacionado con ello está la pregunta cuánto de la inflación es efectivamente influenciable vía el Banco Central, dado que se debe no solo a problemas internos y de demanda excesiva, sino también en medida importante a problemas desde las empresas, que además se amplifican por la excesiva indexación en Chile. A las presiones de costo a nivel laboral, de insumos y materias primas, se suma que las empresas tienden a traspasar alzas de precios en un grado sustancialmente mayor en tiempos de inflación, como mostró un estudio reciente liderado por Elías Albagli, del Banco Central. La verdad podrá ir incluso más allá de eso: en especial empresas dominantes pueden tender a aprovechar la situación actual para subir precios más allá de sus aumentos de costos. Es decir, podrá haber también una “inflación de las ganancias” (profit inflation), como destacó recién la revista Forbes, y una espiral precio-ganancia (price-profit spiral), como indicó el Roosevelt Institute. “Greedflation” lo denominó la BBC en otro reportaje reciente. Hay sectores que aumentaron su poder de fijación de precios en el proceso de concentración que se produjo pospandemia, comentó Paul Donovan, economista del UBS, al canal BBC. En Chile, la situación no parece distinta. A lo largo del 2022 han sorprendido las utilidades de varias empresas grandes, incluyendo las de bancos y algunos supermercados. Esta semana, el Mercurio Inversiones destacó las utilidades récord al segundo trimestre 2022. Entre las 29 empresas del IPSA, 12 superan el 15% de rentabilidad sobre el patrimonio.
Las utilidades excesivas pueden darse después de períodos de pérdidas importantes. A la vez, pueden también ser consecuencia de fallas en la regulación de los mercados. Avanzar en conocer mejor nuestro mercado, en este contexto, es condición sine qua non, sea para evitar excesivas utilidades en algunas empresas e implementar medidas pro-competencia, o sea para evitar excesivas quiebras.
Un proyecto de ley presentado recién en EE.UU. busca crear una unidad especializada para monitorear mejor precios y márgenes de empresas. También en Chile necesitamos crear una unidad especializada para monitorear más de cerca la crisis económica en curso. Estadísticas más detalladas y oportunas sobre creación y cierre de empresas, sobre sus márgenes, impuestos y dividendos -o su deuda, intereses, y brecha salarial- son claves para la coordinación de políticas económicas durante la recesión. Gran parte de los datos requeridos está en manos del SII. Esta institución ya ha ido avanzando en la publicación de nuevas estadísticas de empresas. Avanzar más aún para disponibilizar datos más oportunos y más detallados será un proyecto país importante, especialmente ahora cuando se trata de poner todos los esfuerzos del país a disposición para preparar un aterrizaje suave de la crisis económica.