Columna de Jeannette von Wolfersdorff: “Si sólo unos extraterrestres fueran los responsables”

JEANNETTE VON WOLFERSDORFF
Jeannette von Wolfersdorff

"La crisis del sistema de salud en Chile tiene su origen en el hecho de que no es tratado como sistema, considerando incentivos, prevención, control, gestión, transparencia y la interacción entre las partes".



Desde más de una década, el sistema de salud en Chile está bajo presión, y últimamente a punto de colapsar por la situación de las instituciones privadas de salud previsional (isapres). Expertos en gestión de complejidad dirían hoy que el sistema tiene el riesgo de pasar de su estado complejo a uno caótico -usando la clasificación de “sistemas” propuesta por Dave Snowden en 1999-. ¿Cómo pudimos llegar a tal extremo?

Hay más preguntas. ¿Fue causada esta crisis por el actuar arbitrario -y en parte abusivo- de las isapres? Y, ¿qué rol -quizás en parte también arbitrario y abusivo- tendrán algunos parlamentarios, gobiernos, afiliados, médicos, abogados, y jueces? Aun cuando no sea popular, se puede decir que cada involucrado en este conflicto probablemente ha actuado simplemente como “tenía que” actuar, siendo una parte dentro del sistema. Esperar ética, transparencia y cooperación de la mayoría de los actores de un sistema no es realista cuando este resulta ser excesivamente poroso y permeable para el comportamiento abusivo. Es un poco como organizar una nueva carretera sin señalización y control adecuado, “esperando” que las camionetas ya se entenderán con los autos chicos y viejos que también transitarán por allí.

Claramente no está bien cuando instituciones y personas usan un sistema para sus propios fines y terminan dañando a otros; en estos casos, cada uno tendrá que hacerse responsable. Pero también está bueno recordar que en cualquier sistema, las personas tienden a comportarse como el sistema permite y facilita. También en este sentido, la crisis de las isapres es un drama, como ha sido descrito por el ensayista alemán Heiner Mueller: cada uno sostiene algo de razón. De eso se trata en dramas.

Una breve mirada a la historia muestra que todos los sistemas creados por el ser humano tienden a ser manipulados o explotados cuando es factible, sean sistemas sociales, económicos, o estatales, relata William Brian Arthur. En su libro Complexity and the Economy, el experto en teorías de complejidad muestra como sistemas transgredidos tienden a presenciar pequeños grupos que van tomando control de una parte significativa de los recursos del sistema, equivalente a la forma en que operan los virus en un cuerpo -lo que, se podrá decir, es una característica del mercado de la salud privada en Chile-. Como una de las causas de capturas en sistemas complejos, Arthur destaca asimetrías de información. Al mismo tiempo, probablemente la causa principal de cualquier falla sistémica es ante todo la incapacidad nuestra de reconocer sistemas complejos como tales, y pensarlos desde esta condición. Así, también la crisis del sistema de salud en Chile tiene su origen en el hecho de que no es tratado como sistema, considerando incentivos, prevención, control, gestión, transparencia y la interacción entre las partes.

Sin gestión sistémica, cualquier sistema humano termina acumulando problemas complejos -lo que es típico para la naturaleza humana-. Nuestro cerebro es cableado para el corto plazo, para la búsqueda de soluciones ad-hoc y un pensamiento más bien lineal (problema-solución). Es como una máquina para “saltar” a conclusiones, escribe el Premio Nobel Daniel Kahneman. “Podemos esquivar una pelota de béisbol en milisegundos”, dice su colega, el psicólogo de Harvard, Daniel Gilbert. Como todos los animales, sabemos responder rápidamente a un “peligro claro y presente”. Lidiamos bien con el aquí y ahora, pero damos poca atención a cosas lentas como el cambio climático o complejas como una reforma al sistema de salud.

Incluso cuando, excepcionalmente, se crea conciencia frente a la complejidad de un desafío, tendemos a ser pasivos y lentos. Buscar soluciones para sistemas complejos es difícil y requiere poner muchas partes de acuerdo. Requiere también de técnicas de gestión más iterativas llegando al resultado mediante aproximaciones sucesivas. No se va a encontrar “la” solución, ni menos mañana, porque sistemas complejos no tienen una relación causa-efecto tan clara. Enfrentar un problema complejo de forma sistémica implica un esfuerzo enorme, de muchas personas. Movilizar estas es la piedra de tope para avanzar, más que las diferencias ideológicas que siempre habrá. Es un desafío motivacional, porque en caso de problemas sistémicos de gran escala, como en el caso de la salud, hay muchas partes con algo de responsabilidad, sin que existan “enemigos” claros u otros sistemas “contra” quienes competir. Pero ello es justo una de las razones principales de motivación humana -es decir, la competencia- al lado de la cooperación. ¡Si entonces sólo unos extraterrestres fueran los responsables de nuestro sistema de salud! En este caso, quien sabe, tendremos quizás la motivación efectiva para buscar soluciones, pese a las ideologías y dificultades técnicas.

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