Columna de Jerónimo Correa: “El camino hacia cero emisiones netas”
"Chile será uno de los países que más podría beneficiarse de la transición verde, ya que es el segundo productor mundial de litio, un material fundamental en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos. Además, el cobre, metal del que Chile posee por sí solo el 28% de la cuota de mercado mundial, es también un componente clave de las aplicaciones de energías limpias. El camino hacia la electrificación es un claro viento de cola para la economía chilena en las próximas décadas."
La meta global para 2050 es de cero emisiones netas – objetivo para lo que diversos gobiernos ya han comprometido recursos y esbozado planes para lograrlo. Sin embargo, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), los compromisos que se han hecho hasta la fecha son insuficientes, ya que dejan una brecha de 35 gigatoneladas de emisiones por cubrir, es decir, más del doble de las emisiones de CO2 equivalente de China en 2019.
Según la organización intergubernamental, si los gobiernos cumplen con las políticas de descarbonización anunciadas y desarrollan planes para instaurarlas, la inversión sería equivalente a 103 billones de dólares entre 2023 y 2050 para diferentes tipos de combustibles. No obstante, para lograr la meta establecida para 2050, la inversión necesaria, de acuerdo con IRENA, es de 150 billones de dólares para el mismo período, lo que nos deja una diferencia de 47 billones de dólares que deben ser invertidos en medidas/políticas que todavía no han sido anunciadas.
Pero, según el mismo organismo, para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5°C a finales de siglo, no sólo se debe aumentar la inversión total, sino también se debe redirigir 1 billón de dólares anuales que son invertidos en combustibles fósiles a energías renovables o tecnologías e infraestructura climática.
Los distintos gobiernos continúan actualizando sus compromisos para alcanzar este objetivo climático. Es el caso, por ejemplo, de la Unión Europea y del Reino Unido, que recientemente dieron a conocer sus planes pro-descarbonización. El de la Unión Europea incluye el aumento de la capacidad de generación de energía renovable a 1.236 GW en 2030, lo que equivale a un 16% más a lo propuesto en 2021. La propuesta está actualmente en el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo y esperamos su aprobación en breve.
Así mismo, en el plan de acción por el clima presentado recientemente por el Reino Unido, se espera la creación de casi medio millón de nuevos empleos verdes de aquí a 2030 y un fondo de 20.000 millones de libras para proyectos de captura, uso y almacenamiento de carbono, además proyectos adicionales que incluyen hidrógeno verde, energía eólica marina flotante, bombeo de calor y estaciones de recarga de vehículos eléctricos.
Chile no está lejos de esta realidad. Acá, en la Cámara de Diputados, se acaba de aprobar un proyecto que fomenta la participación de las energías renovables en la matriz energética nacional, que considera, entre las principales medidas, el incremento de las metas de generación de energía renovable no convencional a gran escala hasta llegar de forma paulatina a 60% anual y a 40% por bloque horario en 2030. La iniciativa ahora pasó a tramitación en el Senado.
Además, Chile será uno de los países que más podría beneficiarse de la transición verde, ya que es el segundo productor mundial de litio, un material fundamental en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos. Además, el cobre, metal del que Chile posee por sí solo el 28% de la cuota de mercado mundial, es también un componente clave de las aplicaciones de energías limpias. El camino hacia la electrificación es un claro viento de cola para la economía chilena en las próximas décadas.
Sin duda, este camino hacia la descarbonización genera nuevas posibilidades de inversión en energías renovables y en tecnología e infraestructura climática. La pregunta que se mantiene es si la velocidad de la implementación de las medidas acompañará el camino y si será suficiente para lograr cero emisiones netas en 2050.
Las cartas todavía no están echadas. En la medida en que los países actualicen sus objetivos y aumenten sus compromisos, surgirán nuevas oportunidades para inversionistas que busquen contribuir con el objetivo de cero emisiones netas para 2050.
Y así aumentan los compromisos y aumenta también la inversión. En mi opinión, todos estos desarrollos presentarán oportunidades de crecimiento para inversores, sea en el área de eficiencia energética, la transición hacia la energía verde, el transporte verde o la agricultura y la alimentación.
* El autor es CEO y country manager de Credit Suisse Chile.
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