Columna de Joaquín Trujillo: Drácula contra los gremlins (spoiler)
Por Joaquín Trujillo, investigador del Centro de Estudios Públicos
Los gremlins son monstruos de la mitología contemporánea que se hicieron mundialmente famosos con los dos filmes que Joe Dante les dedicó en los 80-90, si bien ya en la decada de los 40 ese predicador de la sospecha que fue Roald Dahl los presentó en sociedad. Se engendran por el incumplimiento de las reglas para la crianza del tierno gremlin original, que aunque se multiplica partenogenésicamente, no se ha metamorfoseado. Sus retoños sí. Se reproducen al mojarse y a través de protuberancias. Comer los muta de la fisonomía velluda de roedor a la escamosa de reptil, con aspecto de murciélago bípedo. Y no obstante sus pupas suelen anidar entre cablería electrónica, es la luz natural o artificial la que los mata. Como son imitativos y burlescos desarrollan habilidades, oficios y especialmente vicios humanos. Los hay exhibicionistas, superdotados, histriónicos, dentistas y culinarios. En la segunda entrega de 1990 se convirtieron en agentes de la bolsa de Nueva York, comprando y vendiendo en un caos descomunal. Precisamente esa propone una memorable moraleja sociopolítica. Mientras en la primera, sabotearon un pequeño pueblo de la América profunda, en la segunda, toman control de un rascacielos inteligente, el enorme proyecto Clamp en que se concentran televisoras por cable, grandes tiendas, restaurantes, oficinas creativas, laboratorios de experimentación genética. Entre la multitud que frecuenta ese edificio, los jóvenes provincianos que protagonizaron la primera parte, intentan abrirse paso. Se mantienen en una suerte de anonimato hasta que los gremlins invaden otra vez y son ellos los únicos que los conocen. Por supuesto, son acusados de ignorantes, supersticiosos y alarmistas por los inauténticos neoyorquinos a los cuales los gremlins atacan e imitan.
En Gremlins 2 hay un personaje secundario que pudo pasar desapercibido, pero al que el tiempo ha hecho justicia. Es Fred, el conductor de un programa de trasnoche, uno de viejo cine de horror clase b, un fracaso de la televisión disfrazado de vampiro en blanco y negro. Los ejecutivos del cable, que nada saben del programa, al enterarse de sus números rojos deciden eliminarlo. Cuando los gremlins se apoderan de toda la programación, que incluye matinales, de cocina, noticiarios… es este ridículo conde Drácula experimentado en el horror el que se une a los jóvenes de la primera parte. Juntos cuidan al gremlin padre y combaten a los gremlins hijos.
Finalmente, las criaturas son engañadas. Con el propósito de asaltar la ciudad se concentran en el oscuro hall del edificio. Lo que no saben es que es pleno día y que un blackout las confía. Las cortinas se descorren y la luz entra en toda su majestad. Los gremlins se descomponen cubriendo el primer piso de una viscosa cera verde. Los fracasados que no han renunciado al bien triunfan y los súper exitosos de este mundo, que se habían deslizado a la maldad, aprenden que no se deben olvidar las reglas ni prescindir de los despreciables saberes del cine b…
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